quarta-feira, 30 de junho de 2010

La masturbación II

Romanos 6:23

La masturbación como acto, no es un pecado, pero lo que acompaña a la masturbación sí lo es, y además es una puerta abierta a la lujuria. Recordando que la lujuria da sus primeros pasos por los ojos y el pensamiento que estén lejos de la voluntad de Dios. Nos explicamos. Para poder llegar a tener un orgasmo, el individuo debe además de acompañarse de la acción física directamente en su aparato reproductor (sexo), de pensamientos sensuales que le lleven al final. Dentro de esta segunda parte, que sabemos no es separada de la primera, se acompañan muchas veces pensamientos de hombres o mujeres que son alcanzados por material pornográfico, personajes que detrás de sus vidas, se presentan vidas desconocidas y oscuras y que influyen a la larga en las personas que usan dicho material; por otro lado a veces esos pensamientos son de personas muy cercanas a uno y/o de personas que tienen una vida marital normal pero que pasan a ser parte de nuestros sueños, fantasías o pensamientos, en esos momentos de aquel que se efectúa la masturbación. Otro lado tenemos en los casos que personas que tienen una relación con el sexo opuesto, ya sea de sentimientos y/o sexuales, a estas personas se les incluye en el pensamiento morboso para obtener el final de la masturbación. Pensamientos que a veces se acompañan de recuerdos en donde hubo un contacto físico que los llevó a una sensación física sensual.

Ese proceso “natural” muchas veces es el inicio a una sexualidad anormal, llevando a multiplicar los deseos sexuales a edades precoces y que por mala información llegan a tener una sexualidad anticipada, es decir antes del matrimonio. Esta etapa de la vida es marcada a posterior por experiencias traumáticas ajenas a todos aquellos que se iniciaron en la masturbación por referencias negativas e información nociva. Tenemos que dejar claro que muchas de las sensaciones de masturbaciones en edades juveniles radican de la mala información o libertinaje que acosa a ésta, la cuál por falta de temor a Dios se nutre de información que le glorifica. En estudios muy recientes, se estima que el gran número de jóvenes (hombres) llegan a la masturbación no por el desarrollo físico normal, sino por el bombardeo nocivo de pornografía que se dirige a sus vidas, donde lejos está un gran índice en las jovencitas, las cuales aun guardan cierto temor. Por otro lado deseamos dejar claro que en Jesús, el normal desarrollo de la sexualidad, radica en una vida limpia, ajena de pornografía, y mala información sexual, para llegar al matrimonio virgen, y es allá donde en un sano y santo acto de entrega a Dios, la pareja entra en una sexualidad de glorificar, como el nos pide… y todo lo que hagáis hacedlo como al señor…..(Col. 3:23).

Reconocemos que a estas alturas de la humanidad, donde la juventud es bombardeada de información sexual, esta ha perdido esta noción de santidad y se han sentado las bases que la masculinidad es aquella en donde el hombre y hasta ahora la mujer, se miden por las actitudes animales del sexo fuera del matrimonio, y como decíamos al comienzo se inician desde edades precoces. En Dios, la masturbación no es necesaria, pues no alimentamos la carne de donde radica la necesidad, sino que día a día nos alejamos de todo aquello que combate con lo espiritual. Esperamos sentar en usted las bases de una sana sexualidad, la cual le responderá la necesidad de la masturbación y considerar a esto una acción pecaminosa o no en su vida. Finalmente es necesario hacer hincapié que el sexo fue creado por Dios para ayudar impedir la “soledad” del hombre (Gen. 2:18.)

El sexo se hizo, claramente, para dos personas- que es el porque la masturbación va en contra del propósito de Dios para la sexualidad. En Proverbios 12:11, se nos dice claramente que “el que sigue a los vagabundos (los que tienen fantasías sexuales en este caso) es falto de entendimiento”. Pablo en 1ª Cor. 6:12, nos pide que vivamos en la realidad, no en la fantasía. También nos dice que no seamos dominados por nada. ¿existe remedio? La respuesta es sí. Por medio de nuestro señor Jesucristo todo es posible para el que cree. Lo primero que debes comenzar a saber es que estás confrontando una lucha de la mentira de Satanás contra la verdad del señor Jesucristo. Debes tomar posición en tu identidad, lo cuál quiere decir que tú eres hijo de Dios. Repítelo en voz alta ¡soy hijo de Dios! Luego debes comenzar un proceso de renuncia. Debes proclamar en voz alta “renuncio a toda relación con la pornografía, lujuria, sexo ilícito, masturbación en el nombre del señor Jesucristo”.

Otra declaración: “declaro en el nombre del señor Jesucristo que mi cuerpo ya no será más instrumento de injusticia, sino instrumento de justicia para la gloria del señor, y que el ha sido reservado exclusivamente para uso del sexo dentro del matrimonio”. “declaro en el nombre del señor Jesús, que como hijo de Dios soy aceptado, amado, y que el que comenzó en mi la buena obra, la perfeccionará hasta el día del señor Jesucristo”.

Te recomiendo leer el libro “una vía de escape” del Dr. Neil Anderson, que trata con profundidad este tema y me ha sido de gran apoyo para ayudar a otros a encontrar su libertad en Cristo Jesús.

Consejos:

• Debes proponerte, desde ¡Ya!, con la ayuda de tu Señor y Salvador Jesucristo, un comienzo para desatarte de esto que te aflige, y así honrarte y honrarle. Reconoce que es un paso muy difícil por resolver, pero no imposible, en algunos casos tomará más tiempo que en otros y de igual forma será un problema difícil.

• Deshazte de todo material que poseas: revistas, fotografías, relatos. Lugares, etc.

• Evita todo de pensamientos continuo, impulsos sexuales o fantasías de hombre o mujeres que te lleven luego a actuar.

• Evitar la soledad en esta etapa de la vida, especialmente para todos aquellos que ya consideran estar en atadura.

• No escuches música que te invite sexualmente, directa o por medio de mensajes subliminales.

• Evita contactos físicos sensuales en lugares que permita llegar a un grado de excitación, sobre todo si tienes una pareja estable.

• De igual forma para todos aquellos que poseen una desviación sexual, evitar contacto físico con el mismo sexo en las mismas condiciones anterior.

• Aléjate radicalmente de toda pornografía, para ello evita todo material nocivo en la televisión, computadoras, Internet, revistas, radios u otros.

• Cuida de tus amistades en el Chat, y evita todas aquellas que desde ya se tienen relaciones que te inciten a la masturbación.

• Cuida tus ojos y forma de escribirles. Si sabes que Internet no se controla, es una fuente de tentación y lazo, etc., como lo es la televisión, videos, revistas y música, aléjate de ello.

• Ora con persistencia a Jesucristo para recibir de Él fuerzas para el proceso y tener un hábito diario, sistemático de leer la Biblia para encontrar respuestas y ayuda de Dios sobre tu problema en profundidad, reconociendo que cada caso es diferente en particular, pero que Dios los conoce individualmente.

• Reconoce desde ya tu sexualidad y no permitas pensamientos ambiguos o influencias de terceros para saber que Dios hembra y varón nos creó.

• Si consideras estar en el área de trastorno psicológico, recurre a un especialista.

• Evita el ocio. Es en ésta etapa de tu vida cuando más debes leer la Biblia y orar sin cesar.

• No odies tus impulsos sexuales, tómalos como normales y es posible llegar a un control sobre ellos.

• Reconoce que es un sentimiento físico pero imperativamente necesario.

• Obedece a tus mayores, que te aconsejan directa o indirectamente, en temas relacionados con una sana sexualidad.

• Cuida tu conversación entre personas, recuerda que “las malas conversaciones corrompen las buenas costumbres”.

• Evita la soledad extrema, depresiones, miedos.

• Invierte tiempo para conocer a otras personas (estudiantes, compañeros de trabajo, hermanos (as), grupos de jóvenes, etc., pasea, entretente al aire libre con otros.

• Confía en alguien que te pueda ayudar con este problema. Puede ser tu pastor juvenil o un amigo muy cercano.

• Pidele que te acoja responsablemente y ore por ti.

• También trabaja duro para hacer algunos nuevos amigos. De esta manera podrás socializarte en vez de fantasear.

¿Sabes que Dios te ama? El esta orgulloso de ti, y no dudes que te ayudara. ¡yo se que lo hará!

Solo quiero presentar estos 10 pasos sugeridos por St. Clair y Jones para superar la masturbación.

1) Se honesto con Dios. Reconoce que los pensamientos lascivos que te llevan a la masturbación son un pecado contra Dios. Se honesto en cuanto a tu pecado y pide que seas limpiado y decide dejarlo.

2) Planta una estaca. Una “estaca” es un punto fijo que marca el comienzo de un viaje. Decide si quieres complacer a Dios más de lo que te quieres complacer a ti mismo y decídete a hacer tuyas estas palabras:”andad en el espíritu, y jamás satisfaréis los malos deseos de la carne” (Gal. 5:16).

3) Enchúfate al poder. Reconoce que no puedes ganar esta batalla con tu propio poder, solo por medio de Jesucristo, viviendo en ti puedes cambiar tus deseos y hábitos. Empieza ahora mismo a dedicar cada día un momento regular y constante con el señor.

4) Renueva tu mente. Este problema empezó en tu mente, así que deja que Dios te la cambie. La manera en que Dios renueva tu mente es el compenetrarte en la Biblia. Es allí donde se encuentran los pensamientos de Dios. Anhela que los pensamientos de el sean tuyos. Lee cada día un capitulo de la Biblia. Memoriza un versículo por semana.

5) Enfoca tu vista. Aparta tus ojos de cualquier cosa que te estimule sexualmente. Es obvio que no puedes vivir en un monasterio, así que tus ojos verán objetos sexualmente estimulantes. Pero no sigas mirándolos, especialmente los materiales pornográficos, las novelas de t.v o las películas no aptas para menores.

6) Controla tu cuerpo. Cuando sientes que tu cuerpo va a explotar si no te alivias un poco de la presión sexual, mantenla bajo control por medio del ejercicio físico, haciendo el bien a otros, o dedicándote a actividades físicas divertidas (como andar en bicicleta o jugar baloncesto).

7) Sincérate con un amigo. Pídele a alguien de tu mismo sexo, que sea espiritualmente maduro, que te haga rendir cuenta de tus actos. Consigue que te pregunte regularmente si estás evitando la lascivia.

8) Evita las situaciones tentadoras. No miras una segunda vez a la persona vestida sensualmente, y no leas revistas ni mires programas en t. V. O en Internet que te estimulen sexualmente. Mantente en guardia cuando estás solo, especialmente donde es fácil sentirte tentado.

9) Sigue adelante a pesar de tus fracasos. Si fracasas, no te desanimes. Te llevó tiempo formar este hábito, te llevará tiempo quitártelo. Si caes, no te revuelques en el polvo; más bien levántate, sacúdete el polvo por medio de confesar inmediatamente tus pecados y de recibir, por fe, el perdón de Dios. Pero no te acostumbres a aceptar trivialmente tus fracasos.

10) Empeñate en la victoria total. No tienes que pecar.. No tienes que dejar que el radiador se recaliente.. Al ofrecerte a Dios (en lugar de ofrecerte al pecado como instrumento de maldad), tu energía sexual se canalizará para hacer de ti un hombre o mujer poderoso para Dios. Confía en cristo. Obedécele, el te dará la victoria.

¡Dios te bendiga!

terça-feira, 29 de junho de 2010

El problema del mal

Introducción

John Stott ha dicho que "el hecho del sufrimiento indudablemente constituye el desafío individual más grande a la fe cristiana." Es incuestionablemente cierto que no hay un obstáculo mayor a la fe que el de la realidad del mal y del sufrimiento en el mundo. Por cierto, aun para el cristiano creyente, no hay una prueba mayor de la fe que ésta - que el Dios que lo ama le permita sufrir, a veces en formas intolerables. Y la desilusión se ve intensificada en nuestro tiempo cuando las expectativas irreales de salud y de prosperidad son alimentadas por las enseñanzas de una multitud de maestros cristianos. ¿Por qué permite un buen Dios que sus criaturas, y aun sus hijos, sufran?

Primeramente, es importante distinguir entre dos tipos de mal: el mal moral y el mal natural. El mal moral es el resultado de las acciones de criaturas libres. El asesinato, la violación y el robo son ejemplos de esto. El mal natural es el resultado de procesos naturales tales como terremotos e inundaciones. Por supuesto, a veces ambos tipos se encuentran entremezclados, como cuando una inundación da como resultado la pérdida de vidas humanas debido a una mala planificación o a la construcción defectuosa de edificios.

Es importante también identificar dos aspectos del problema del mal y del sufrimiento. Primero, está el aspecto filosófico o apologético. Este es el problema del mal enfocado desde el punto de vista del escéptico que desafía la posibilidad o la probabilidad de que exista un Dios que permita tal sufrimiento. Al enfrentarnos a este desafío apologético debemos utilizar las herramientas de la razón y la evidencia para "dar razón de la esperanza que hay en nosotros."(1 Pedro 3:15)

En segundo lugar, está el aspecto religioso o emocional del problema del mal. Este es el problema del mal enfocado desde la perspectiva del creyente cuya fe en Dios está siendo aquilatada severamente mediante una prueba. ¿Cómo podemos amar y adorar a Dios cuando Él permite que suframos en estas formas? Al enfrentar el desafío religioso/moral, debemos apelar a la verdad revelada por Dios en las Escrituras. Abordaremos ambos aspectos del problema del mal en este ensayo.

Es útil también distinguir entre dos tipos del aspecto filosófico o apologético del problema del mal. El primero, es el desafío lógico a la creencia en Dios. Este desafío dice que es irracional y, por lo tanto, imposible creer en la existencia de un Dios bueno y poderoso en base a la existencia del mal en el mundo. El desafío lógico es planteado usualmente en forma de una declaración del siguiente tipo:

Un Dios bueno destruiría el mal.
Un Dios todopoderoso podría destruir el mal.
El mal no está siendo destruido.
Por lo tanto, es imposible que exista tal Dios bueno y poderoso.
Es lógicamente imposible creer que tanto el mal como un Dios bueno y poderoso existan en la misma realidad, porque tal Dios ciertamente podría destruir el mal, y lo haría.

Por otro lado, el desafío de la evidencia arguye que, si bien puede ser racionalmente posible creer que tal Dios existe, es altamente improbable o inverosímil que exista. Tenemos evidencia de tanto mal que aparentemente no tiene ningún propósito y de una intensidad tan horrorosa. ¿Por qué razón válida un Dios bueno y poderoso permitiría la cantidad y el tipo de males que vemos alrededor nuestro?

Estos temas son de una naturaleza extremadamente importante - no sólo al tratar de defender nuestra creencia en Dios, sino también al vivir nuestras vidas cristianas.

El Problema Lógico del Mal

Hemos señalado que hay dos aspectos del problema del mal: el aspecto filosófico o apologético y el religioso o emocional. Señalamos también que dentro del aspecto filosófico hay dos tipos de desafíos a la creencia en Dios: el lógico y el de la evidencia.

David Hume, el filósofo del siglo dieciocho, expresó el problema lógico del mal cuando preguntó acerca de Dios, "¿Está Él dispuesto a impedir el mal, pero no puede? Entonces es impotente. ¿Puede hacerlo pero no está dispuesto? Entonces es maligno. ¿Está a la vez dispuesto a hacerlo y puede hacerlo? ¿Dónde está el mal?" (Craig, 80). Cuando el escéptico desafía la creencia en Dios en base al problema lógico del mal, está sugiriendo que es irracional o imposible lógicamente creer en la existencia simultánea de un Dios bueno y poderoso y en la realidad del mal y del sufrimiento. Sería imposible que tal Dios permitiera que existiera el mal.

La clave para la resolución de este conflicto aparente está en reconocer que cuando decimos que Dios es todopoderoso no estamos sugiriendo que Él sea capaz de hacer cualquier cosa imaginable. Es cierto, las Escrituras declaran que "para Dios todo es posible (Mt. 19:26). Pero las Escrituras también dicen que hay algunas cosas que Dios no puede hacer. Por ejemplo, Dios no puede mentir (Tito 1:2). Tampoco puede ser tentado por el pecado, ni puede tentar a otros para que pequen (Stg. 1:13). En otras palabras, Él no puede hacer nada que esté "fuera de carácter" para un Dios justo. Tampoco puede hacer nada que esté fuera de carácter para un ser racional en un mundo racional. Ciertamente, ni aun Dios puede "deshacer el pasado," o crear un triángulo cuadrado, o hacer que lo falso sea verdadero. Él no puede hacer lo que es irracional o absurdo.

Y es en base a esto que llegamos a la conclusión que Dios no podría eliminar el mal sin hacer que fuera simultáneamente imposible lograr otros objetivos que son importantes para Él. Ciertamente, para que Dios pudiera crear seres en su misma imagen, que fueran capaces de mantener una relación personal con El, deberían ser seres capaces de amarlo libremente y de seguir Su voluntad sin compulsión. El amor o la obediencia con cualquier otra base no serían amor u obediencia, sino simple acatamiento. Pero las criaturas que son libres para amar a Dios también deben ser libres para odiarlo o ignorarlo. Las criaturas que son libres para seguir Su voluntad también deben ser libres para rechazarla. Y cuando las personas actúan en formas que están fuera de la voluntad de Dios, esto da como resultado último grandes males y sufrimiento. Esta línea de pensamiento se conoce como "la defensa de la libre voluntad" con relación al problema del mal.

Pero ¿qué podemos decir del mal natural - el mal que resulta de los procesos naturales tales como terremotos, inundaciones y enfermedades? Aquí, es importante reconocer primeramente que vivimos en un mundo caído, y que estamos sujetos a desastres naturales que no habrían ocurrido si el hombre no hubiera escogido rebelarse contra Dios. Aun así, es difícil imaginarnos cómo podríamos funcionar como criaturas libres en un mundo muy diferente del nuestro - un mundo en que los procesos naturales consistentes nos permiten predecir con alguna certeza las consecuencias de nuestras decisiones y acciones. Tome la ley de gravedad, por ejemplo. Este es un proceso natural sin el cual no podríamos funcionar como seres humanos y, sin embargo, en ciertas circunstancias es capaz también de provocar grandes daños.

Por cierto, Dios puede destruir el mal - pero no sin destruir la libertad humana, o un mundo en que puedan funcionar criaturas libres. Y la mayoría de las personas concuerda que esta línea de razonamiento contesta exitosamente el desafío del problema lógico del mal.

El Problema de la Evidencia del Mal

Si bien la mayoría de las personas está de acuerdo en que un Dios bueno y poderoso es racionalmente posible, no obstante muchos arguyen que la existencia de tal Dios es improbable debido a la naturaleza del mal que vemos en el mundo que nos rodea. Concluyen que si existiera tal Dios es altamente improbable que pudiera permitir la cantidad y la intensidad del mal que vemos en nuestro mundo. Un mal que frecuentemente parece ser de una naturaleza tan absurda.

Esta objeción no debe ser tomada en forma liviana, porque es abundante la evidencia en nuestro mundo del mal de una naturaleza tan horrorosa que es difícil a veces comprender qué función podría cumplir. Con todo, si bien éste aspecto del problema del mal es difícil, una reflexión cuidadosa nos mostrará que hay respuestas razonables a este desafío.

Ciertamente es difícil para nosotros entender por qué Dios permitiría que ocurran ciertas cosas. Pero simplemente porque encontremos difícil imaginarnos qué razones podría tener Dios para permitirlas no significa que no existan tales razones. Es completamente posible que tales razones estén no sólo más allá de nuestro conocimiento actual sino también más allá de nuestra capacidad actual de comprender. Un niño no siempre comprende las razones que están detrás de todo lo que su padre le permite o no le permite hacer. Sería irreal que nosotros pretendiéramos entender todas las razones de Dios en las cosas que Él permite que sucedan. No entendemos plenamente muchas cosas del mundo en que vivimos - lo que está detrás de la fuerza de gravedad, por ejemplo, o la función exacta de las partículas subatómicas. Y, sin embargo, creemos en estas realidades físicas.

Más allá de esto, sin embargo, podemos sugerir posibles razones para que Dios permita algunos de los males horrorosos que ciertamente existen en nuestro mundo. Tal vez haya personas que nunca se darían cuenta de su dependencia total de Dios si no experimentaran el dolor intenso en la vida (Sal. 119:71). Tal vez haya propósitos que Dios quiere lograr entre sus criaturas angélicas o demoníacas que requieren que sus criaturas humanas experimenten algunas de las cosas que sufrimos (Job 1-2). Podría ser que el sufrimiento que experimentamos en esta vida sea de alguna forma una preparación para nuestra existencia en la vida venidera (2 Cor. 4:16-18). Aun fuera de la revelación de las Escrituras, todas estas son razones posibles detrás del permiso de Dios para el mal. Y, de todos modos, la mayoría de las personas está de acuerdo en que hay mucha más bondad en el mundo que maldad - por lo menos la suficiente bondad como para hacer que la vida valga la pena ser vivida.

Al responder al desafío a la creencia en Dios basado en la intensidad y la aparente falta de propósito de gran parte del mal en el mundo, debemos tener en cuenta también toda la evidencia positiva que apunta a Su existencia: la evidencia de diseño en la naturaleza, la evidencia histórica a favor de la confiabilidad de las Escrituras y de la resurrección de Jesucristo. A la luz de la totalidad de la evidencia, ciertamente no puede probarse que no haya suficientes razones para que Dios permita la cantidad de mal que vemos en el mundo... o aun que sea improbable que existan tales razones.

El Problema Religioso del Mal - Parte I

Pero la existencia del mal y del sufrimiento en nuestro mundo plantea más que un problema meramente filosófico o apologético. Plantea también un problema religioso y emocional muy personal para la persona que está soportando una gran prueba. Si bien nuestra experiencia dolorosa puede no desafiar nuestra creencia en que Dios existe, lo que puede estar en riesgo es nuestra confianza en un Dios que podamos alabar y amar libremente y en cuyo amor podamos sentirnos seguros. Podemos hacer mucho daño cuando tratamos de ayudar a un hermano o hermana que está sufriendo, tratando solamente con los aspectos intelectuales de este problema, o cuando buscamos solaz para nosotros de esta forma. Mucho más importante que las respuestas acerca de la naturaleza de Dios es una revelación del amor de Dios - aun en medio de la prueba. Y, como hijos de Dios, no tiene la misma importancia lo que decimos acerca de Dios como lo que hacemos para manifestar su amor.

Primero, es evidente a partir de las Escrituras que cuando sufrimos no es antinatural experimentar el dolor emocional, ni es poco espiritual expresarlo. Es de destacarse, por ejemplo, que hay prácticamente la misma cantidad de salmos de lamentación como salmos de alabanza y agradecimiento, y estos dos sentimientos se encuentran mezclados en muchos lugares (cf. Salmos 13, 88). Por cierto, el salmista nos alienta a "derramar nuestros corazones ante Dios" (Sal. 62:8). Y, cuando lo hacemos, podemos estar seguros que Dios entiende nuestro dolor. Jesús mismo sintió agudamente el lado doloroso de la vida. Cuando Juan el Bautista fue decapitado se dice que "se retiró a un lugar desierto y apartado" obviamente acongojado por su pérdida (Mt. 14:13). Y cuando murió su amigo Lázaro, se registra que Jesús lloró abiertamente ante su tumba (Jn. 11:35). Aun cuando estaba comprometido a seguir la voluntad de su Padre hasta la cruz, confesó estar lleno de tristeza en el alma al contemplarla (Mt. 26:38). Con razón Jesús fue llamado "varón de dolores, experimentado en quebranto" (Is. 53:3); y nosotros seguimos en sus pasos cuando reconocemos sinceramente nuestro propio dolor.

Cruzamos la raya, sin embargo, de la pena al pecado cuando permitimos que nuestra congoja apague nuestra fe en Dios, o cuando seguimos el consejo que le ofreció la esposa a Job cuando le dijo que "maldijera a Dios y se muriera" (Job 2:9b).

En segundo lugar, cuando sufrimos deberíamos obtener alguna consolación de la reflexión sobre las Escrituras que nos aseguran que Dios conoce y se preocupa por nuestra situación, y promete estar con nosotros para consolarnos y sostenernos. El salmista nos dice que "cercano está Jehová a los quebrantados de corazón" (Sal. 34:18), y que cuando andemos por "el valle de sombra de muerte" es cuando su presencia nos es prometida en forma especial (Sal. 23:4). Hablando a través de su profeta, Isaías, el Señor dijo, "¿Se olvidará la mujer de lo que dio a luz, para dejar de compadecerse del hijo de su vientre? Aunque olvide ella, yo nunca me olvidaré de ti" (Is. 49:15). ¡Él se ocupa más de nosotros que una mujer que está amamantando a su hijo! Es de Aquél que conocemos como el "Padre de misericordias y Dios de toda consolación" que habla Pedro cuando nos invita a echar nuestra ansiedad sobre Él, "porque Él tiene cuidado de nosotros" (1 Pedro 5:7). ¡Nuestros cuidados son su preocupación personal!

El Problema Religioso del Mal - Parte II

Hemos señalado que cuando golpea el sufrimiento no es ni antinatural experimentar el dolor emocional ni poco espiritual expresarlo. Pero también señalamos que cuando golpea el sufrimiento debemos apresurarnos a reflexionar sobre el carácter de Dios y en las promesas que Él da a aquellos que están pasando por una gran prueba. Ahora queremos concentrarnos en una de las grandes verdades de la Palabra de Dios - que aun en la prueba severa Dios está obrando todas las cosas en conjunto para el bien de aquellos que lo aman (Rom. 8:28). Este no quiere sugerir que el mal es bueno de alguna forma. Pero sí significa que debemos reconocer que aun en lo que es malo Dios está obrando para lograr sus buenos propósitos en nuestras vidas.

José dio evidencia de haber aprendido esta verdad cuando después de años de sufrimiento inexplicable debido a la traición de sus hermanos pudo decirles, "Ustedes pensaron hacerme mal, pero Dios cambió ese mal en bien" (Gen. 50:20). Si bien Dios no hizo que sus hermanos lo traicionaran, no obstante pudo usar esta circunstancia para favorecer sus buenas intenciones.

Esta es la gran esperanza que tenemos en medio del sufrimiento, que en una forma más allá de nuestra comprensión, Dios puede hacer que el mal se vuelva contra sí mismo. Y es debido a esta verdad que podemos encontrar gozo aun en medio de la pena y el dolor. El apóstol Pablo se describió a sí mismo como "entristecido, mas siempre gozoso" (2 Cor. 6:10). Y se nos aconseja que nos regocijemos en la prueba, no porque la aflicción sea motivo de gozo (no lo es) sino porque en ella Dios puede encontrar una oportunidad para producir lo que es bueno.

¿Cuáles son algunos de esos buenos propósitos que promueve el sufrimiento? En primer lugar, el sufrimiento puede proveer una oportunidad para que Dios despliegue su gloria - para hacer evidente su misericordia, su fidelidad, su poder y su amor en medio de circunstancias dolorosas (Jn. 9:1-3). El sufrimiento también puede permitirnos dar prueba de la autenticidad de nuestra fe, y hasta puede servir para purificar nuestra fe (1 Pedro 1:7). Como en el caso de Job, nuestra fidelidad en la prueba muestra que lo servimos a Él no simplemente por los beneficios que ofrece, sino por el amor a Dios mismo (Job 1:9-11). Las pruebas severas también proveen una oportunidad para que los creyentes demuestren su amor unos por otros como miembros del cuerpo de Cristo que "sobrellevan los unos las cargas de los otros" (1 Cor. 12:26; Gal. 6:2). Por cierto, como ha dicho D. A. Carson, "las experiencias de sufrimiento... engendran compasión y empatía..., y nos hacen más capaces de ayudar a otros" (Carson, 122). Al ser consolados por Dios en nuestra aflicción, somos más capaces de consolar a otros (2 Cor. 1:4). El sufrimiento también juega un papel clave en desarrollar las virtudes piadosas, y en disuadirnos del pecado. Pablo reconoció que su "aguijón en la carne" sirvió para alejarlo de la jactancia y promovió una verdadera humildad y dependencia de Dios (2 Cor. 12:7). El salmista reconoció que su aflicción había acrecentado su determinación de seguir la voluntad de Dios (Sal. 119:71). Aun Jesús "por lo que padeció aprendió la obediencia (Heb. 5:8). Como hombre, Él aprendió por la experiencia el valor de someterse a la voluntad de Dios, aun cuando fuera la cosa más difícil del mundo de hacer.

Finalmente, el mal y el sufrimiento pueden despertar en nosotros un hambre mayor por el cielo y por aquel tiempo cuando los propósitos de Dios para estas experiencias puedan haberse cumplido finalmente, cuando el dolor y la pena hayan concluido (Ap. 21:4).-

Recursos para Seguir Estudiando

Blocker, Henri. Evil and the Cross (El Mal y la Cruz). Tr. by David G. Preston. Downers Grove: InterVarsity Press, 1994.

Briggs, Lauren. What You Can Say...When You Don't Know What to Say: Reaching Out to Those Who Hurt (Lo Que Puedes Decir... Cuando No Sabes Qué Decir: Alcanzando a los Que Están Dolidos). Eugene, OR: Harvest House Publishers, 1985.

Carson, D.A. How Long, O Lord? Reflections on Suffering and Evil (¿Cuánto Tiempo Más, Oh Señor? Reflexiones Sobre el Sufrimiento y el Mal). Grand Rapids: Baker Book House, 1990.

Craig, William Lane. No Easy Answers: Finding Hope in Doubt, Failure, and Unanswered Prayer (Sin Respuestas Fáciles: Cómo Encontrar Esperanza en la Duda, el Fracaso y la Oración No Contestada). Chicago: Moody Press, 1990.

Dobson, James. When God Doesn't Make Sense (Cuando Lo Que Hace Dios No Tiene Sentido). Wheaton: Tyndale House Publishers, 1993.

Dunn, Ronald. When Heaven is Silent: Live by Faith, Not by Sight (Cuando El Cielo Está en Silencio: Vivir por Fe, No por Vista). Nashville: Thomas Nelson Publishers, 1994.

Feinberg, John S. The Many Faces of Evil: Theological Systems and the Problem of Evil (Los Muchos Rostros del Mal: Los Sistemas Teológicos y el Problema del Mal). Grand Rapids: Zondervan Publishing House, 1994.

Ferguson, Sinclair B. Deserted by God? (¿Abandonado por Dios?) Grand Rapids: Baker Book House, 1993.

Geisler, Norman L. The Roots of Evil (Las Raíces del Mal). Grand Rapids: Zondervan Publishing House, 1978.

Kreeft, Peter. Making Sense Out of Suffering (Cómo Encontrarle el Sentido al Sufrimiento). Ann Arbor, MI: Servant Books, 1986.

Lockyer, Herbert. Dark Threads the Weaver Needs (Las Hebras Oscuras Que Necesita el Tejedor). Grand Rapids: Fleming H. Revell, 1979.

McGrath, Alister E. Suffering & God (El Sufrimiento y Dios). Grand Rapids: Zondervan Publishing House, 1995.

Plantinga, Alvin C. God, Freedom, and Evil (Dios, la Libertad y el Mal). Grand Rapids: William B. Eerdmans Publishing Co., 1974.

Cómo contestar las grandes preguntas de la vida

Uno de los aspectos más importantes de los "Mind Games" (Juegos de Mente) de Probe es enseñarles a los estudiantes que reconozcan las tres principales cosmovisiones - el Naturalismo, el Panteísmo y el Teísmo - y el impacto que tienen, tanto en la cultura que nos rodea como en las ideas que enfrentarán los estudiantes en la universidad.

En este artículo voy a estar examinando cinco de las preguntas más grandes de la vida y cómo las contestan cada una de las tres cosmovisiones:

¿Por qué hay algo en vez de nada?
¿Cómo se explica la naturaleza humana?
¿Qué le pasa a una persona cuando se muere?
¿Cómo determinar lo que está bien y lo que está mal?
¿Cómo sabe Ud. que sabe? {1}

La pregunta más básica de la vida bien puede ser, ¿Por qué hay algo en vez de nada? ¿Por qué estoy aquí? ¿Por qué hay algo?

Hasta María Von Trapp en la película The Sound of Music (La Novicia Rebelde) conocía la respuesta a esta pregunta. Cuando ella y el capitán se están cantando su amor mutuo en el mirador, ella canturrea, "Nada viene de la nada, nada jamás podría."

Pero el naturalismo, la creencia que dice no hay ninguna realidad más allá del universo físico, ofrece dos respuestas a esta pregunta básica. Hasta unos pocos años atrás, el deseo esperanzado del naturalismo era que la materia era eterna: el universo siempre ha existido y siempre existirá. No tiene ningún sentido preguntarse "por qué" porque el universo simplemente es. Fin de la discusión. Desafortunadamente para el naturalismo, la evidencia que ha surgido de nuestros estudios de la astronomía ponen en claro que el universo se está desenrollando, en un sentido, y en un punto estaba fuertemente enrollado. La evidencia dice que en un punto del pasado hubo un comienzo, que la materia, en forma muy definitiva, no es eterna. Ese es un problema importante para el naturalista que cree que todo lo que es ahora vino de la nada. Primero no había nada, y luego había algo, ¿pero la nada hizo que algo viniera a la existencia? ¿Cómo?

El panteísmo es la creencia que todo es parte de una gran "unidad." Proviene de dos palabras griegas: pan significa "todo" y theos significa "Dios." El panteísmo dice que todo es uno, todo es dios, y por lo tanto nosotros somos uno con el universo; nosotros somos dios. Somos parte de la divinidad impersonal que constituye el universo. Al contestar la pregunta ¿Por qué hay algo en vez de nada?, el panteísmo dice que todo tuvo un comienzo impersonal. El universo mismo tiene una inteligencia que se trajo a sí mismo a la existencia. El "algo" que existe es simplemente cómo se expresa la energía. Si han visto las películas de La Guerra de las Galaxias han visto las ideas del panteísmo representadas en ese campo impersonal de energía, "La Fuerza." Como el comienzo el universo tuvo un comienzo impersonal, la pregunta de "por qué" queda dejada a un lado. Igual que el naturalismo, el panteísmo dice básicamente, "Nosotros no tenemos una buena respuesta a esa pregunta, así que no vamos a pensar en ella."

El teísmo es la creencia de que Dios es un Creador personal y trascendente del universo - y de nosotros. Esta cosmovisión apareció en una camiseta que vi hace poco:

"Hay dos cosas en la vida de las que puedes estar seguro:

1. Hay un Dios
2. Tú no eres Él."

El teísmo contesta la pregunta ¿Por qué hay algo en vez de nada?, aseverando confiadamente que primero había un Dios y nada más, y que Él creo el universo simplemente haciendo que exista por su palabra. La oración con la que comienza la Biblia es una respuesta a ésta, la más básica de las preguntas. "En el principio creó Dios los cielos y la tierra."

¿Cómo Se Explica La Naturaleza Humana?

Otra de las grandes preguntas de la vida es ¿Cómo se explica la naturaleza humana? ¿Por qué los seres humanos actuamos así? En realidad, todo se reduce a ¿Por qué yo soy tan bueno y tú eres tan malo?

Durante la Segunda Guerra Mundial una joven adolescente judía llevó un diario durante los años en que ella y su familia se escondieron de los Nazis en un apartamento secreto de una casa en Amsterdam. El diario de Ana Frank exploró en forma conmovedora la forma en que trataba de decidir si la gente era básicamente buena o básicamente mala. Las acciones de bondad y de bendición parecían indicar que la gente era básicamente buena; pero entonces, al día siguiente, Ana se enteraría de todavía otro hecho barbárico de depravación y de tortura, y pensaría que tal vez la gente era básicamente mala, después de todo. Después de leer su diario, recuerdo haber llevado a cabo una búsqueda de una respuesta en mi propia mente y no haberla encontrado hasta que confié en Cristo y aprendí lo que decía Su Palabra acerca de esto.

El naturalismo dice que los humanos no son nada más que animales socialmente evolucionados. No hay nada que realmente nos separa de otros animales, así que todo nuestro comportamiento puede ser explicado en términos de hacer lo que nos ayude a sobrevivir y reproducirnos. Su único propósito en la vida, dice el naturalismo, es hacer bebés. Y, de no hacerlo, ayudar a aquellos que comparten sus genes a hacer bebés. Es algo que lo ayuda a saltar de la cama a la mañana, ¿no es cierto?

Otra respuesta del naturalismo es que nacemos como pizarras en blanco, y nos convertimos en lo que sea que se escribe sobre esas pizarras. Podría usted incorporar algunos factores genéticos en la mezcla, en cuyo caso la naturaleza humana no es más que el producto de nuestros genes y de nuestro medio ambiente.

El panteísmo explica la naturaleza humana diciendo que todos somos parte de un dios, pero nuestro problema es que nos olvidamos que somos dios. Sólo necesitamos ser reeducados y empezar a vivir como el dios que somos. Nuestra naturaleza humana será realzada cuando logremos lo que los panteístas llaman la "conciencia cósmica." De acuerdo con el pensamiento de la Nueva Era, el problema con los humanos es que sufrimos de una forma colectiva de amnesia metafísica. Sólo necesitamos despertarnos y recordar que somos dios. Cuando la gente es mala (que es un resultado de olvidarnos que somos dios) el panteísmo dice que pagará por ello en la próxima vida, cuando sea reencarnada como algo menos espiritualmente evolucionado que su vida presente. Yo tenía una amiga budista que se rehusaba a matar insectos en su casa porque decía que habían sido malos en sus vidas anteriores y habían vueltos como bichos, y no le correspondía a ella desarreglar su karma en forma prematura.

La cosmovisión cristiana da la respuesta más satisfactoria a la pregunta, ¿Cómo explica la naturaleza humana? La Biblia enseña que Dios nos creó para que fuéramos portadores de Su imagen, lo cual nos hace distintos de todo el resto de la creación. Pero cuando Adán y Eva escogieron rebelarse en desobediencia, su caída en el pecado distorsionó y arruinó la Imagen sagrada. El hecho de que somos creados en la imagen de Dios explica las cosas nobles, creativas y positivas que podemos hacer; el hecho de que somos pecadores a los que nos encanta desobedecer y rebelarnos contra el lugar legítimo de Dios como Rey de nuestras vidas explica nuestro comportamiento malvado, destructivo y negativo. Tiene sentido que esta visión bíblica de nuestra naturaleza humana revela las razones de por qué la humanidad es capaz de producir tanto la Madre Teresa como el holocausto.

¿Qué Ocurre Después de la Muerte?

En la reciente película, Flatliners, los estudiantes de medicina tomaban turnos para pararse el corazón unos a otros para darse una oportunidad de experimentar lo que ocurre después de la muerte. Luego de unos pocos minutos resucitaban al viajero metafísico quien les decía a los otros lo que había visto. La razón para dedicarse a un experimento tan peligroso fue explicada por el estudiante de medicina que lo pensó primero: "¿Qué ocurre después de la muerte? La humanidad se merece una respuesta. La filosofía falló; la religión fallo. Ahora les toca a las ciencias físicas."

Bueno, tal vez la religión falló, pero el Señor Jesús no falló. Pero primero, veamos cómo contesta la pregunta el naturalismo.

Dado que esta cosmovisión dice que no hay nada fuera del espacio, el tiempo y la energía, el naturalismo insiste que la muerte resulta en la extinción de la personalidad y la desorganización de la materia. Las cosas simplemente dejan de vivir y empiezan a descomponerse. O, como dijo mi hermano cuando estaba en su fase atea, "Cuando te mueres, eres como un perro al costado del camino. Estás muerto, y eso es todo." Para el naturalista, no hay vida después de la muerte. El cuerpo se recicla de nuevo a la tierra y las energías mentales y emocionales que comprendían a la persona se desintegran para siempre.

El panteísmo enseña la reencarnación, la creencia de que toda la vida es un ciclo interminable de nacimiento y muerte. Después de la muerte, cada persona renace como alguien, o algo, distinto. Su persona reencarnada en la próxima vida depende de cómo vive esta vida. Este es el concepto del karma, que es la ley de causa y efecto en la vida. Si usted hace elecciones malas o insensatas, tendrá que quitarse de encima ese karma malo renaciendo como algo parecido a una rata o una vaca. Si es realmente malo, usted podría regresar como una termita. Pero si es bueno, volverá como alguien que puede ser maravilloso o poderoso. Los seguidores de la Nueva Era a veces pasan por algo que llaman "terapia de las vidas pasadas" que los regresa más allá de esta vida, más allá del nacimiento, y hacia vidas anteriores. Creo que es interesante que la gente siempre parece haber sido alguien encantador como Cleopatra y ¡nunca alguien como un recolector de residuos o un verdugo!

El teísmo maneja la pregunta, ¿Qué le ocurre a una persona después de la muerte? con un respuesta tan sencilla y directa que la gente ha estado tropezando con ella por miles de años. La muerte es una puerta que envía a la persona a la dicha eterna con Dios o la lleva directamente a un sitio horrible de separación eterna de Dios. Lo que determina si uno va al cielo o al infierno es la forma en que respondemos a la luz que Dios nos da acerca de Su Hijo, Jesucristo. Cuando confesamos que somos pecadores necesitados de una misericordia que no merecemos, y confiamos en el Señor Jesús para salvarnos no sólo de nuestro pecado sino de la ira que acarrea el pecado sobre nosotros, Él viene a vivir dentro de nosotros y nos lleva al cielo para estar con Él para siempre cuando nos morimos. Cuando permanecemos en rebelión contra Dios, ya sea en forma activa, desobedeciéndolo, o ignorándolo pasivamente, las consecuencias de nuestro pecado quedan sobre nosotros y Dios nos permite mantenerlas por toda la eternidad - pero separados de Él y de toda vida y esperanza. ¡Horrenda cosa es caer en manos del Dios vivo! (Hebreos 10:31). ¡Pero es una cosa deliciosa caer en los brazos del Amante de nuestras almas, quien ha ido delante nuestro para preparar un lugar para ti! ¿Cuál elegirás?

¿Cómo Determina Uno lo que Está Bien y lo que Está Mal?

Una de las grandes preguntas de la vida es, ¿Cómo determina uno el bien y el mal? Steven Covey, autor de Seven Habits of Highly Effective People (Siete Hábitos de la Gente Altamente Efectiva), apareció en el show de Oprah Winfrey un día. Le pidió a la audiencia en el estudio que cerrara sus ojos y apuntara hacia el norte. Cuando abrieron sus ojos, había varios cientos de brazos apuntando en direcciones completamente diferentes. Entonces el señor Covey sacó una brújula y dijo, "Así es como sabemos en qué dirección está el norte. Usted no lo puede saber desde adentro suyo." Él utilizó una lección objetiva poderosa para ilustrar la forma en que el teísmo contesta esta gran pregunta en la vida.

El naturalismo dice que no hay ningún absoluto fuera de nosotros. No hay ninguna autoridad final porque el espacio, el tiempo y la energía son todo lo que existe. No hay tal cosa como el bien y el mal porque no hay nadie que determina el bien y el mal. Así que el naturalismo trata de manejar el tema de la ética proveyendo varias respuestas insatisfactorias. Una, es la creencia de que no hay elección libre, que todos nuestros comportamientos y creencias están impulsados por nuestros genes. Estamos tan determinados en nuestro comportamiento como el más pequeño de los animales o insectos. Otra, es la creencia que nuestros valores morales están determinados por lo que es; la forma en que las cosas son es la que debe ser. Si usted está siendo abusada por su esposo, esa es la forma en que las cosas son, así que es la forma en que debe ser. Aun peor es el concepto de la ética arbitraria: el poder otorga la razón. Los matones son los que deciden cómo deben ser las cosas porque son más fuertes o malvados que cualquier otra persona. Eso es lo que pasa en los regímenes totalitarios; la gente con el poder decide lo que está bien y lo que está mal.

El panteísmo dice que no hay tal cosa como el bien o el mal último, porque todo es parte de un gran todo no-diferenciado donde lo correcto y lo incorrecto, el bien y el mal, son todos parte de la unidad del universo. ¿Se acuerdan de "La Guerra de las Galaxias"? La Fuerza era a la vez buena y mala. El panteísmo niega una de las reglas básicas de la filosofía, que es que dos cosas opuestas no pueden ser ambas verdaderas a la vez. Como el panteísmo niega que existan los absolutos, cosas que son verdaderas todo el tiempo, sostiene que el bien y el mal son relativos. El bien y el mal están determinados por las culturas y las situaciones. Así que asesinar al bebé sin nacer de una persona puede estar bien para una persona y mal para otra.

El teísmo dice que hay tal cosa como la verdad absoluta, un bien y un mal absoluto. Podemos saber esto porque esta información nos ha llegado de una fuente trascendente fuera de nosotros y fuera del mundo. El teísmo dice que el Dios que nos creó también nos ha comunicado ciertas verdades. Él se ha comunicado en forma general, a través de Su creación, y se ha comunicado específicamente y en forma comprensible a través de Su Palabra, la Biblia. Llamamos a esto revelación. El teísmo dice que la verdad absoluta está enraizada en Dios mismo, quien es un Absoluto; Él es la Verdad. Como Creador, Él tiene el derecho de decirnos la diferencia entre el bien y el mal, y Él se ha preocupado mucho en comunicarnos esto.

Es por eso que la ilustración de Steven Covey es tan poderosa. Cuando sacó una brújula, mostró que necesitamos una fuente trascendente de información, algo fuera de nosotros y que es fijo y constante, para mostrarnos el equivalente moral del "norte." Nosotros somos criaturas creadas para ser dependientes de nuestro Creador para la información que necesitamos para vivir la vida en forma correcta. Dios nos ha dado una brújula en la revelación.

¿Cómo Sabe Uno Que Sabe?

Esta pregunta no suele aparecer en la cafetería o durante el almuerzo del trabajo, y hasta el niño más preguntón normalmente no la hará, pero es una pregunta importante no obstante: ¿Cómo sabe uno que sabe?

Hay una gran escena en la película Terminator 2 donde el pequeño niño al que el terminador cyborg ha sido enviado para proteger está siendo amenazado por un par de matones. El terminador está a punto de destruir a uno de ellos cuando el niñito grita, "¡No puedes hacer eso!" El terminador - Arnold Schwarzenegger- pregunta, "¿Por qué no?" "¡Tú no puedes andar por ahí matando gente!," protesta el niño. "¿Por qué no?" "Créeme," dice el niño, "no lo puedes hacer." Él sabía que estaba mal matar a otro ser humano, pero no sabía cómo era que sabía. ¡Hay muchas personas en nuestra cultura así!

El naturalismo, al creer que no hay nada más allá del espacio, el tiempo y la energía, contestaría la pregunta apuntando a la mente humana. El pensamiento racional - razonar las cosas en forma deductiva - es una forma importante mediante la cual adquirimos conocimiento. La razón humana es un método suficientemente bueno para averiguar lo que necesitamos saber. La mente es el centro de nuestra fuente de sabiduría. Otro camino hacia el conocimiento es mediante la acumulación de datos científicos duros a partir de experiencias observables y medibles. Esta visión dice que la fuente de nuestro conocimiento se encuentra en nuestros sentidos. Sabemos lo que podemos percibir a través de lo que podemos medir. Dado que el naturalismo niega cualquier sobrenaturalismo (todo lo que esté por encima o fuera del mundo natural), lo que la mente humana puede razonar y medir es el único patrón para adquirir conocimiento.

El panteísmo estaría de acuerdo con esta evaluación de cómo sabemos que sabemos. Los seguidores del panteísmo tienden a darle mucha importancia a la experiencia personal. La seguidilla de experiencias cercanas y posteriores a la muerte de los últimos años, por ejemplo, son extremadamente importantes para los de la Nueva Era. Estas experiencias normalmente dan validez a los preconceptos del pensamiento panteísta, que niega absolutos como la doctrina cristiana de que Jesús es el único camino a Dios. Las experiencias de la terapia de vidas anteriores han persuadido hasta a algunos cristianos a creer en la reencarnación, a pesar de que la Biblia niega explícitamente esta doctrina, porque la experiencia personal es a menudo considerada la forma más valida de conocer la realidad.

El teísmo dice que, si bien la razón y la percepción humanas son formas legítimas de adquirir conocimiento, no podemos depender de estos métodos solamente, porque no son suficientes. Se requiere que alguna información nos sea dada desde afuera del sistema. Un Revelador externo provee la información a la que no podemos acceder de ninguna otra forma. La revelación - la verdad revelada de Aquél que lo conoce todo - es otra forma, no sólo legítima sino necesaria, de conocer algunas cosas importantes. La revelación es cómo sabemos lo que ocurrió cuando la tierra, el universo y el hombre fueron creados. Por la revelación sabemos lo que Dios quiere que hagamos y seamos. Por la revelación podemos saber cómo terminará el mundo y cómo será el cielo. La revelación en la forma del Señor Jesucristo es la única forma en que podemos experimentar a "Dios con su piel puesta."

Las respuestas del naturalismo son inadecuadas, deprimentes e incorrectas; las respuestas del panteísmo son resbalosas, no cuadran con la realidad e incorrectas; pero el teísmo - la cosmovisión cristiana - está lleno de esperanza, es consistente con la realidad y resuena en nuestras almas como muy, muy correcto.

Notas

{1} Estas preguntas fueron tomadas del libro de James W. Sire, The Universe Next Door (El Universo de al Lado), (Downers Grove, Ill.:InterVarsity Press), 1977.

segunda-feira, 28 de junho de 2010

¿Existe realmente un infierno?

Se cuenta que C. S. Lewis estaba escuchando el sermón de un joven predicador sobre el tema del juicio de Dios del pecado. Al finalizar su mensaje, el joven dijo: "¡Si usted no recibe a Cristo como Salvador, sufrirá graves ramificaciones escatológicas!" Luego de la reunión, Lewis le preguntó, "¿Usted quiere decir que una persona que no cree en Cristo se irá al infierno?" "Precisamente," fue la respuesta. "Entonces, dígalo," contestó Lewis.{1}

Esta historia ilustra algo que la mayoría de los cristianos saben pero pocos expresan: que de todas las doctrinas de la fe cristiana, aquella con la que nos sentimos más incómodos para discutir es la doctrina del castigo eterno o infierno. Y no es difícil entender por qué es así. La doctrina del infierno es ofensiva para los incrédulos y contradice el énfasis en la tolerancia y en el potencial humano que domina nuestros tiempos. ¿Quién de nosotros disfruta de alienar a nuestros amigos hablando del juicio eterno por el pecado? Para muchos de nosotros la doctrina del infierno es difícil también de reconciliar con el amor y la gracia de Dios. Más aún, estamos bien conscientes de cristianos que han utilizado mal la doctrina del infierno, usándola para manipular y controlar a otras personas. Al tratar de distanciarnos del abuso de esta doctrina y para evitar aparecer como intolerantes y sin afecto, muchos de nosotros hemos eliminado la palabra "infierno" por completo de nuestro vocabulario (haciendo que nuestra creencia sea un asunto completamente personal).

Encuestas recientes han revelado algunos hechos muy interesantes acerca de las actitudes actuales acerca del infierno. Una encuesta hecha por George Gallup en 1990 reveló que apenas algo menos que el 60% de los norteamericanos cree que existe un infierno (un descenso de más de 10% desde 1978), aunque sólo un 4% cree que el infierno es su propio destino personal. Una encuesta hecha a mediados de la década del 80 a estudiantes evangélicos norteamericanos de escuelas secundarias y de seminarios reveló que sólo uno en diez creía que el primer paso para influenciar a los incrédulos debería ser advertirlos acerca del infierno. Un 46% de los estudiantes de seminarios creía que hacer énfasis entre los no creyentes que el juicio eterno sería la consecuencia de rechazar a Cristo era "de mal gusto." Una encuesta llevada a cabo en 1981 reveló que ¡el 50% de la población de las facultades teológicas cree en la existencia del infierno (61% de los Católicos Romanos y 34% de los Protestantes)!{2}

A pesar de las actitudes corrientes prevalecientes hacia el infierno que revelan estas encuestas, sin embargo todavía es aparente para la mayoría de los cristianos que la doctrina del infierno está firmemente asentada en la enseñanza de las Escrituras. Todas menos una de las cartas de Pablo mencionan la ira o el juicio de Dios sobre el pecado. Y de los doce usos de la palabra gehenna (la palabra más fuerte para el infierno) en el Nuevo Testamento, ¡once provienen de los labios de Jesús mismo! De hecho, ¡el Salvador enseñó más sobre el infierno que lo que enseñó sobre el cielo! De los más de 1850 versículos que registran las palabras de Cristo, 13% corresponden a los temas del juicio y del infierno. De las 40 o más parábolas pronunciadas por Jesús, más de la mitad están relacionadas con el juicio eterno del pecado. ¡Sorprendentemente, el tan bienamado "Sermón del Monte" contiene algunas de las palabras más directas de Jesús acerca del infierno!

¿Qué Enseña la Biblia Acerca del Infierno?

En su libro titulado simplemente "Inferno," Dante Alighieri describe con gran detalle su recorrido imaginario por los nueve niveles del infierno. El libro de Dante es una lectura fascinante. Pero para aprender cómo es el infierno realmente, debemos dirigirnos a otra fuente: la Biblia.

Cuando comenzamos a leer el Antiguo Testamento, encontramos referencias frecuentes al "Seol" (el mundo de los espíritus que han partido) como la morada de todos los muertos (cf. Deuteronomio 32:22). A medida que seguimos leyendo, también encontramos que vendrá un día cuando los cuerpos de todos los que están en el Seol serán resucitados: algunos, a la "vida eterna", pero otros, para vergüenza y confusión perpetua" (Daniel 12:2).

La creencia común de los rabinos piadosos durante al era intertestamentaria de que el Seol estaba dividido en dos secciones está reflejada en el Nuevo Testamento, que se refiere a la morada de los justos como el "paraíso" (Lucas 23:43) o "el seno de Abraham" (Lucas 16:22), y la morada de los injustos como el "Hades" (Lucas 16:23). Después de la resurrección de Cristo, parece ser que aquellos que vivían en el paraíso fueron conducidos a la presencia de Dios en el cielo donde esperan la futura resurrección de sus cuerpos. Pero aquellos que están en el Hades esperan la resurrección a un destino diferente: el infierno.

La palabra que se usa más frecuentemente en el Nuevo Testamento para el infierno es Gehenna. Gehenna es una referencia al Valle de Hinom ubicado en el lado sur de Jerusalén, que servía como el "basurero" de la ciudad en el tiempo de Jesús. Los fuegos en este lugar nunca se apagaban.

Al igual que sus contemporáneos, Jesús se refirió al Gehenna como el lugar donde "el fuego nunca se apaga" y donde "el gusano de ellos no muere" (Marcos 9:48). Si quería implicar un fuego literal y un gusano literal no tiene mayor importancia. Jesús también describió al infierno como un lugar de "tinieblas de afuera" (Mateo 22:13). ¡Pero está claro que Él quería que entendiéramos que el infierno es un lugar de deterioro y sufrimiento continuos para aquello que lo habitan! Jesús también se refirió a aquellos que eran arrojados al infierno como "echados afuera" (Mateo 8:12) o, como lo expresa Pablo sencillamente, "excluidos de la presencia del Señor" (2 Tesalonicenses 1:9). El infierno es un lugar de exclusión y de pérdida de toda bendición que proviene de Dios. El infierno se describe como un lugar de "vergüenza" por el profeta Daniel (Daniel 12:2), donde cada persona es aborrecida por cada otro habitante. Como lo ha expresado un escritor: "Los pecadores en el infierno tendrán compañía pero no simpatía"{3}

Jesús dijo que el infierno será un lugar de "lloro y crujir de dientes" (Mateo 13:42). El lloro sin duda habla de un remordimiento y pena terribles. Pero el crujir de dientes habla de una ira intensa; ira contra uno mismo, ira contra Satanás, ira contra Dios. Pablo habla de los habitantes del infierno como experimentando "ira y enojo... tribulación y angustia" (Romanos 2:8-9).

La Biblia también nos dice que en el infierno no todos serán juzgados de la misma forma. Jesús dejó en claro que habrá grados de juicio en el infierno. Dijo que "aquél siervo que conociendo la voluntad de su Señor, no se preparó, ni hizo conforme a su voluntad, recibirá muchos azotes. Mas el que sin conocerla hizo cosas dignas de azotes, será azotado poco" (Lucas 12:47-48). Pero si bien no todos serán juzgados de la misma forma, todos serán juzgados con seguridad. Éxodo 34:7 nos dice que el Señor "guarda misericordia a millares... y que de ningún modo tendrá por inocente al malvado."

¿Por Qué un Dios Amante Enviaría a la Gente al Infierno?

¿Enseña la Biblia que el infierno es un lugar de castigo consciente por el pecado? Una propuesta alternativa es que a muchos (si no a todos) les será dada una segunda oportunidad después de la muerte para responder a la gracia de Dios. Se suele hacer apelación a la afirmación en la primera carta de Pedro de que "ha sido predicado el evangelio a los muertos" (1 Pedro 4:6). William Barclay dice que en este pasaje encontramos un "atisbo de nada menos que el evangelio de la segunda oportunidad" (Comentario sobre las Epístolas de Pedro). Sin embargo, el contexto es claro en que ¡está hablando a aquellos a quienes el evangelio fue predicado en vida pero que ahora han muerto! No hay ninguna indicación para nada de que existe una oportunidad "post-mortem" de arrepentirse.

En Juan 8, Jesús dice que para aquellos que "mueren en sus pecados" no hay ninguna posibilidad de reunirse con Él en el cielo (Juan 8:21, 24). Al contrastar la expectativa del creyente de ser reunido con sus seres queridos en el cielo, dice que los incrédulos "no tienen (tal) esperanza" (1 Tesalonicenses 4:13). Estas declaraciones son difíciles de reconciliar con la creencia de que a los fallecidos se les ofrece una segunda oportunidad después de la muerte. Hebreos 9:27 dice que "está establecido para los hombres que mueran una sola vez, y después de esto el juicio."

Otra propuesta, que está consiguiendo una aceptación cada vez mayor hoy, es que a los incrédulos simplemente se les hará desaparecer de la existencia o serán "aniquilados." Se busca a menudo apoyo para esta creencia en declaraciones en las Escrituras que describen a los pecadores como "pereciendo" o siendo "destruidos." El salmista dice, "así perecerán los impíos delante de Dios" (Salmos 68:2). La misma palabra, sin embargo, es utilizada en Isaías 57:1 para referirse a los justos: "Perece el justo, y no hay quien piense en ello." Está claro en el último caso que la palabra implica "sufrimiento severo." No podría de ninguna forma significar que los justos son "aniquilados." No hay, por lo tanto, ninguna razón para creer que lo contrario es el caso cuando la palabra es utilizada para describir el destino de los pecadores. "Perecer" o ser "destruido" significa "sufrir la ruina," no ser "aniquilado."

¡Que la Biblia enseña el castigo consciente eterno en el infierno, es la única deducción posible que puede alcanzarse del hecho de que las palabras más enfáticas disponibles para los escritores bíblicos fueron usadas en forma consistente para describir la duración del infierno, así como para describir la duración del cielo y hasta la existencia eterna de Dios! Así como Jesús describió el destino de los justos como "vida eterna," también Él describió el destino de los injustos como "castigo eterno" (Mateo 25:46). Así como Juan describió a Dios como el que "vive por los siglos de los siglos" (Apocalipsis 15:7), también describió el fuego del infierno como durando "por los siglos de los siglos" (Apocalipsis 14:11).

A veces se dice que la palabra griega para eterno (aionios) en realidad significa "durando una era", implicando que al final de una serie de eras Dios vaciará al infierno de todos sus habitantes. Aquellos que sostienen esta interpretación, sin embargo, dejan de recordar que si bien esta era es finita en duración, ¡era una idea común entre los oyentes de Jesús que la "era venidera" sería eterna!

Con relación al destino de Judas, Jesús dijo: "Bueno le fuera a ese hombre no haber nacido" (Mateo 26:24). Si realmente fuera un destino tan terrible como sugieren estas palabras, y si es eterna su duración, ¿por qué enviaría un Dios amoroso a la gente al infierno? Si Dios es un Dios de amor, ¿por qué consignaría Él a alguien a una eternidad tan terrible como el destino que describe la Biblia para aquellos cuyo fin es el infierno?

Tal vez la doctrina bíblica del infierno puede comenzar a cobrar sentido para nosotros cuando reexaminemos nuestra comprensión de otras dos enseñanzas de las Escrituras: la naturaleza de Dios, y la naturaleza del hombre y del pecado.

Una de las revelaciones asombrosas de las Escrituras es que Dios es un Dios de amor y gracia infinitos. ¿Quién de nosotros no se siente refrescado cuando leemos las palabras del salmista: "Mas tú, Señor, Dios misericordioso y clemente, lento para la ira, y grande en misericordia y verdad" (Salmos 86:15)? Sin embargo, ¡es el mismo Dios quien también es descrito como Aquél que "de ningún modo tendrá por inocente al malvado" (Éxodo 34:7)! El Dios que ama al pecador es también el Dios "muy limpio de ojos para ver el mal" y quien "no puede ver el agravio" (Habacuc 1:13). El salmista lo cita a Dios en un punto cuando dice, "Pensabas que de cierto sería yo como tú" (Salmos 50:21). Pero necesitamos darnos cuenta que, así como el amor de Dios está mucho más allá del nuestro, ¡así también la pureza de su santidad excede todas nuestras concepciones! Cuando a Isaías se le concedió una visión del Señor en su trono, ¡fue sacudido por su impresión de Su santidad (Isaías 6:3)! Por cierto, Dios es un Dios de amor indescriptible, ¡pero Él es tanto o más un Dios de santidad y justicia absolutas! Cuando obtenemos una visión de la santidad de Dios tal como está retratada en la Biblia, comenzamos a entender la razonabilidad de la doctrina del infierno.

También recibimos ayuda si permitimos que las Escrituras nos informen más plenamente en nuestra comprensión de la naturaleza del hombre y del pecado. El énfasis en nuestra generación en el valor y la dignidad de la persona humana han sido una corrección bienvenida en contra del sobreénfasis anterior en la depravidad del hombre. Pero, sin embargo, es fácil para nosotros perder de vista el hecho de que si somos por cierto creados a la imagen de Dios, y somos de un valor muy especial en sus ojos, no obstante estamos también profunda e indeleblemente manchados por el pecado en cada área de nuestro ser. El Dios que conoce cada pensamiento y motivación de cada corazón humano dijo que "engañoso es el corazón más que todas las cosas, y perverso; ¿quién lo conocerá?" (Jeremías 17:9). ¡Jesús mismo dijo que "de dentro, del corazón de los hombres, salen (todo tipo de maldades)" por los que somos contaminados (Marcos 7:21-23)!

Cuando Esdras se enteró de la desobediencia de la gente de Israel al casarse con incrédulos, dijo, "rasgué mi vestido y mi manto,... y me senté angustiado en extremo" (Esdras 9:3). Cuando el Apóstol Pablo vio la ciudad de Atenas llena de ídolos, "¡su espíritu se enardecía (Hechos 17:16)!" ¿Es posible que hemos perdido algo del sentido de la seriedad del pecado que parecía tomar el corazón de estos dos hombres?

Algunos han objetado que mientras que el pecado es por cierto digno del castigo, un pecado "finito" difícilmente merezca un castigo "infinito" en el infierno. Pero que nuestra rebelión contra Dios deba considerarse "finita" en su naturaleza no está del todo claro.

Cuando consideramos que Aquél contra quien nos hemos rebelado es Aquél que nos dio la vida, quien es la fuente de cada cosa buena que conocemos en la vida, y que ha extendido su amor al dar a Su Hijo como pago por nuestro pecado, ¿cómo podemos medir de alguna forma la gravedad de nuestro pecado o el castigo que merece? Cuando consideramos también que no hay ninguna indicación de que aquellos que estén en el infierno alguna vez experimentarán un "cambio de corazón" en su actitud ante Dios, sino que de hecho probablemente se volverá cada vez peor, tal vez podamos ver que el juicio de Dios es completamente justo.

La Doctrina del Infierno: ¿Qué Diferencia Hace?

Queremos enfocarnos en tres áreas de la vida que deberían ser impactadas por nuestra comprensión de la doctrina bíblica del infierno.

La primera es nuestra actitud ante el pecado... particularmente el nuestro. Unos años atrás, Dr. Karl Menninger escribió un libro titulado Whatever Happened to Sin? (¿Qué Ocurrió con el Pecado?) En él, él desafiaba la noción popular de que todos nuestros pensamientos y acciones pueden ser explicados por factores que están más allá de nuestro control personal, y que raramente somos responsables por nuestra propia conducta. Por cierto, hay factores "atenuantes" en la mayoría de nuestras vidas que influyen en nuestro carácter y conducta, en mayor o menor grado. Y Dios no desconoce estas cosas. "Él conoce nuestra condición; se acuerda de que somos polvo" (Salmos 103:14). Él sabe asimismo que nacemos con una naturaleza pecaminosa que está más allá de la voluntad humana de vencer (cf. Romanos 7:14-25). Pero Él también sabe que la elección es nuestra, si aprobamos o toleramos el fruto de nuestra naturaleza pecaminosa, o si nos volvemos a Él en busca de gracia para mantener a raya los impulsos pecaminosos, y para aprender a seguir su voluntad. C. S. Lewis dijo que hay dos tipos de personas en el mundo: aquellas que le dicen a Dios, "Tu voluntad sea hecha," y aquellas a quienes Dios les dice, "Tu voluntad sea hecha." La elección es nuestra en cuanto a qué tipo de persona seremos.

Cuando nos damos cuenta que somos responsables por lo que elegimos hacer con nuestro pecado, y que es más que simplemente un acto que tiene como resultado consecuencias desagradables para nosotros sino que es también una disposición de rebelión hacia Dios que requiere su juicio santo, ¡no podemos evitar volvernos más sensibles a la presencia del pecado en nuestras vidas!

¡El segundo resultado de una comprensión bíblica del infierno es una apreciación mucho mayor de la gracia y la salvación que hemos recibido de Dios! Nuestra apreciación por el valor inmenso de su regalo crece muchísimo cuando comprendemos plenamente la naturaleza de aquello de lo que hemos sido librados. ¡Nuestra percepción de lo sobrecogedor de la salvación está determinada en gran medida por nuestra percepción de los horrendo del infierno!

Finalmente, una comprensión bíblica del infierno debería movernos a incluir en nuestra proclamación del evangelio una clara advertencia acerca de la consecuencia de no responder. Necesitamos ser más directos que el predicador de quien se dice que Charles Spurgeon dijo, "Si usted no ama al Señor Jesucristo, será enviado al lugar que no es de buena educación mencionar."{4} C. S. Lewis una vez dijo: "Si el cristianismo sólo significa un poco más de buenos consejos, entonces el cristianismo no tiene ninguna importancia. No ha habido ninguna falta de buenos consejos en los últimos cuatro mil años. Un poco más no hará ninguna diferencia."{5} Si hay realmente un infierno, ¡entonces el cristianismo es mucho más un poco más de buenos consejos!

En su libro, Our Guilty Silence (Nuestro Silencio Culpable), John Stott cuenta cómo los misioneros jesuitas en China, no queriendo ofender la sensibilidad de los chinos, excluyeron la cruz de Cristo y otros detalles de su mensaje. Citando a Hugh Trevor-Roper, Stott dice, "No sabemos que hayan logrado muchos convertidos duraderos a través del residuo inobjetable de la historia."{6}

Sin duda la doctrina del infierno ha sido a veces abusada. Pero, como bien lo expresa un escritor: "Que su mal uso no resulte en su no uso" en nuestros esfuerzos por conducir a la gente a Cristo.

Notas

{1} Larry Dixon, The Other Side of the Good News (El Otro Lado de las Buenas Nuevas), Wheaton: Victor Books, 1992. p. 13

{2} Dixon, pp. 10-13; Jerry L. Walls, Hell: The Logic of Damnation (El Infierno:La Lógica de la Condenación). South Bend: University of Notre Dame Press, 1992, pp.2-3.

{3} John Blanchard, Whatever Happened to Hell? (¿Qué Ocurrió con el Infierno?) Darlington, England: Evangelical Press, 1992, p. 146.

{4} Citado en Ajith Fernando, Crucial Questions About Hell (Preguntas Cruciales Acerca del Infierno). Wheaton: Crossway Books, 1991, p. 171.

{5} C.S. Lewis, Mere Christianity (Cristianismo Básico). New York: Macmillan Press, 1960, p. 133)

{6} John Stott, Our Guilty Silence (Nuestro Silencio Culpable). London: Hodder & Stoughton, nd, p. 45.

Recursos recomendados sobre el tema del Infierno:
Blanchard, John. Whatever Happened to Hell? (¿Qué Ocurrió con el Infierno?) Darlington, England: Evangelical Press, 1992.

Dixon, Larry. The Other Side of the Good News (El Otro Lado de las Buenas Nuevas). Wheaton: Victor Books, 1992.

Fernando, Ajith. Crucial Questions About Hell (Preguntas Cruciales Acerca del Infierno). Wheaton: Crossway Books, 1991.

Lewis, C.S. Mere Christianity (Cristianismo Básico). New York: Macmillan Press, 1960.

Morey, Robert A. Death and the Afterlife (La Muerte y la Vida Después de la Muerte). Minneapolis: Bethany House, 1984.

Stott, John. Our Guilty Silence (Nuestro Silencio Culpable). London: Hodder & Stoughton, nd.

Walls, Jerry L. Hell: The Logic of Damnation (La Lógica de la Condenación). South Bend: University of Notre Dame Press, 1992.

El mundo del apóstol Pablo

La religión

El propósito de este estudio es echar una mirada al mundo grecorromano en el que vivía el apóstol Pablo, para que podamos entender mejor su ministerio. Cuando comprendemos el contexto histórico, nos ayuda a tener esta perspectiva. Hablaremos de la religión, la filosofía, el grupo familiar y la moralidad social de la cultura helenista, con una mirada final a los conflictos que enfrentaban los cristianos.

Comencemos con la religión del primer siglo. Hay dos episodios en el libro de Hechos que nos dan una comprensión de las creencias y prácticas religiosas de este tiempo.

En Hechos 19, leemos acerca de los problemas que enfrentaron los compañeros de Pablo por su ministerio en Éfeso. Los artesanos que hacían altares en miniatura de Artemisa, la deidad local, objetaban la enseñanza de Pablo de que "no son dioses los que se hacen con las manos" (Hechos 19:26). En el mundo de Pablo, la religión era una parte integral de la vida de todos. Los cultos auspiciados por el estado eran una expresión religiosa en la que todos participaban. El historiador Everett Ferguson señala que "las creencias y prácticas religiosas más arraigadas, tanto en Grecia como en Roma... estaban asociadas con el culto cívico tradicional." [1] El estado a la vez financiaba y se beneficiaba de estos cultos.

Cada ciudad tenía su santo patrón. La ciudad de Éfeso honraba a Artemisa (o Diana), la diosa de la naturaleza y del nacimiento. La estatua de Artemisa estaba en un templo magnífico, cuatro veces el tamaño del Partenón de Atenas. Las deidades como Artemisa eran honradas con festivales, oraciones y sacrificios. Las festividades anuales incluían banquetes, entretenimiento, sacrificios, procesiones, competencias de atletismo y la realización de ritos de misterio. Las oraciones incluían invocaciones, adoración y peticiones, con el objetivo de recibir el favor de la diosa. Los sacrificios se ofrecían para adoración, agradecimiento o súplica.

Los disturbios en Éfeso que resultaron de la enseñanza de Pablo fueron impulsados en parte por preocupaciones monetarias; los artesanos temían perder su negocio. Pero el cántico: "¡Grande es Diana de los efesios!" que siguió durante dos horas-de parte de personas que ni siquiera sabían cuál era el problema específico-muestra que el dinero no era el único tema. La fuerza de la devoción religiosa a los cultos cívicos era tan grande que los emperadores romanos vieron la ventaja de identificarse con ellos en vez de combatirlos. Hablaremos más de esto al avanzar en este artículo.

Éfeso era también un centro importante de la magia, otro aspecto de la práctica religiosa del primer siglo. En Hechos 19, leemos que los que practicaban la magia o la hechicería abandonaron sus prácticas y quemaron sus rollos mientras declaraban públicamente su nueva fe.

Los rollos de los efesios contenían palabras y fórmulas secretas que eran usadas para forzar a los dioses a cumplir los deseos propios. La fórmula precisa era crítica. Los practicantes buscaban riqueza, sanidad o poder; hasta usaban la magia para intentar conseguir el amor de otra persona. Como también se creía que conocer el verdadero nombre de una persona significaba tener poder sobre esa persona, los nombres y las fórmulas eran mezclados para producir una magia fuerte.

Pablo llevó su mensaje a un mundo que tenía una multitud de creencias religiosas, y el mensaje que proclamó mostró su poder sobre ellos. Cuando miramos a nuestra cultura con su espectro religioso cada vez más pluralista, debemos recordar que nosotros también llevamos el mismo evangelio con el mismo poder.

La filosofía

Cuando el apóstol Pablo visitó Atenas, llevó el mensaje de Cristo al mercado, donde se podía encontrar una amplia variedad de personas. Entre las personas con las que habló estaban los filósofos epicúreos y estoicos. Leemos de su encuentro con ellos en Hechos 17.

¿Quiénes eran esto epicúreos y estoicos? Quisiera dar un bosquejo en miniatura de sus ideas acerca de Dios, del hombre y del mundo, para que nos ayude a entender por qué Pablo hizo lo que hizo.

El estoicismo y el epicureísmo eran filosofías que fueron desarrolladas para liberar a las personas de las preocupaciones de la vida actual.

El estoicismo era materialista y panteísta. Es decir, los estoicos creían que todo estaba compuesto por materia. La forma más elevada de la materia era de naturaleza divina, y permeaba el universo. La llamaban de diferentes formas: fuego, Zeus, o aun Dios. Creían que este "fuego" divino, o Dios, generó el universo y un día tomaría de nuevo el universo para sí mediante un gran incendio. Este ciclo de creación e incendio se repite eternamente.

El estoicismo era, entonces, determinista. Las cosas son como son y no pueden ser cambiadas. Para encontrar la verdadera felicidad, ellos creían que uno debía entender el curso de la naturaleza mediante la razón, y simplemente aceptar las cosas tal como eran.

En contraste con los estoicos, Pablo enseñaba que Dios es personal y no una parte del universo. También enseñaba que habría un juicio venidero, y no un incendio gigantesco que llevaría a otro ciclo.

Los epicúreos se centraban en la felicidad del individuo, también, pero tomaban una dirección completamente distinta a los estoicos. Ellos creían que el camino a la felicidad era a través de la maximización del placer y la minimización del dolor. La tranquilidad se buscaba a través de una vida tranquila y contemplativa, entre una comunidad de amigos.

Los epicúreos eran también materialistas, pero no eran panteístas. Ellos creían que el universo fue formado a partir de átomos que caían del espacio y que de vez en cuando chocaban entre sí accidentalmente, y con el tiempo formaron las estrellas, los planetas y nosotros. Cuando morimos, simplemente nos disolvemos convirtiéndonos en átomos nuevamente. Los epicúreos creían en dioses, pero pensaban que eran como los hombres, sólo que eran de un orden superior. Los dioses residían en alguna parte del espacio, disfrutando una vida de placer tranquilo como la de los epicúreos. No tenían nada que ver con los hombres. Aparte de la participación en sacrificios y rituales religiosos para propósitos estéticos, los epicúreos creían que los humanos no tenían que preocuparse por los dioses.

Contra los epicúreos, Pablo enseñaba que Dios se involucra en los asuntos de su creación y nos creó específicamente para buscarlo a Él. Por supuesto, la doctrina de Pablo sobre un juicio futuro no encajaba con su pensamiento tampoco.

Cuando Pablo evangelizaba el mundo griego, a veces usaba su terminología y conceptos; hasta citaba a sus poetas. Pero él predicaba un mensaje muy diferente. Tal vez nosotros también podemos encontrar un terreno común con nuestra cultura sabiendo lo que cree la gente y presentando el evangelio en formas que puedan entender. Sin modificar el mensaje mismo, debemos expresarlo de forma tal que pueda ser comprendido. Si no lo hacemos, nos costará mucho lograr que la gente escuche.

El grupo familiar

Hemos dedicado alguna atención a la religión y a la filosofía del tiempo de Pablo, pero ¿qué de las estructuras sociales del mundo grecorromano? Más específicamente, ¿cómo era la familia en el primer siglo?

Para el primer siglo d.C. el matrimonio era principalmente por mutuo consentimiento. El historiador Everett Ferguson describe el matrimonio así: "El consentimiento para vivir juntos constituía el matrimonio en todas las sociedades, y la procreación de hijos era su objetivo explícito. Los matrimonios eran registrados para que los hijos fueran legítimos." [2] Si bien los matrimonios eran monógamos en general, el adulterio era frecuente. El divorcio requería sólo una notificación oral o escrita.

El hombre tenía un papel dominante en la familia. Tenía una autoridad absoluta sobre sus hijos y esclavos. Las esposas permanecían bajo la autoridad de sus padres. Los hombres ocupaban su tiempo en intereses de negocios y salidas sociales como banquetes y los gimnasios que incluían instalaciones para ejercicios, piscinas y salas de conferencias. Estos funcionaban como centros comunitarios.

Cuando faltaba el esposo la esposa podía dirigir sus negocios por él. Sin embargo, administrar el hogar era la responsabilidad primaria de la esposa. Ferguson cita al escritor griego Apolodoro, quien dijo: "Tenemos cortesanos para el placer, criadas para la atención cotidiana del cuerpo, esposas para tener hijos legítimos y para ser guardianes confiables de las cosas en el hogar." [3]

Sin embargo, las mujeres no estaban confinadas necesariamente al hogar. Algunas se ocupaban de cosas tan diversas como la música, la medicina y el comercio. Muchas ocupaban cargos públicos, y algunas tenían posiciones de liderazgo en los cultos religiosos.

Los hijos no eran considerados como parte de la familia hasta que los reconociera el padre. Podían ser vendidos o expuestos si no eran queridos.

Los padres debían encontrar una educación adecuada para sus hijos por su cuenta. Las niñas podían ir a las escuelas elementales, pero no era frecuente. En su mayor parte, aprendían las habilidades hogareñas en casa. Si bien la mayoría de los varones aprendían un oficio en casa o como aprendices, podían pasar por una educación primaria, secundaria o avanzada, dependiendo de su posición social. La memorización mecánica era un elemento clave en la educación primaria. La retórica era el tema más importante en la educación avanzada.

Los esclavos formaban parte de la familia en el imperio romano. Podían ser conseguidos a través de varios medios, incluyendo la guerra, la exposición infantil y la venta de personas para pagar sus deudas. Los esclavos podían trabajar en minas, en templos, en hogares como maestros o en la industria; hasta tenían posiciones elevadas como administradores en la burocracia civil. Los esclavos a menudo ganaban suficiente dinero como para comprar su propia libertad, si bien tenían que seguir trabajando para sus dueños anteriores.

A esta sociedad los apóstoles trajeron nuevas ideas acerca del valor del individuo y las relaciones familiares. Los esposos debían ser fieles a sus propias esposas y debían amarlas como si fueran sus propios cuerpos. Los hijos debían considerarse como mucho más que activos o pasivos económicos. A los amos se les dijo que trataran a sus esclavos con justicia y equidad. Las personas hoy que denigran al cristianismo por ser "opresivo" probablemente no tienen idea de cuánto elevó a las personas en el mundo helenista.

Moralidad social

La instrucción moral en el mundo helenista estaba fundada más en la filosofía y las costumbres que en la religión. La religión era mayormente externa; es decir, era una cuestión de rituales más que de una transformación interna. La filosofía buscaba enseñar a las personas cómo vivir. Los filósofos prestaban mucha atención a cuestiones como la virtud, la amistad y la responsabilidad cívica. [4]

El historiador Everett Ferguson señala que la evidencia de la era grecorromana indica que muchas personas vivían vidas bastante virtuosas. Las inscripciones en las tumbas, por ejemplo, incluyen elogios a esposos y esposas por su bondad y fidelidad. [5]

A pesar de todo esto, la historia revela una cultura moralmente depravada en el primer siglo. Un ejemplo es la inmoralidad sexual. "La gran cantidad de palabras en el idioma griego para las relaciones sexuales," dice Ferguson, "sugiere una preocupación con este aspecto de la vida." [6] Como se notó antes, el adulterio era frecuente. Los hombres solían tener meretrices para el placer físico. La homosexualidad entre jóvenes o entre un hombre mayor y uno menor era aceptado abiertamente. La prostitución en los templos formaba parte de algunos cultos religiosos.

El mundo helenista tenía en baja estima el valor humano. Antes mencioné la exposición infantil como una forma de sacarse de encima a los niños. Los bebés no deseados-más frecuentemente mujeres-eran dejadas sobre la pila de basura o eran abandonadas en alguna parte retirada para que mueran. Podían ser tomadas para ser usadas, vendidas como esclavas o podían servir como prostitutas.

La brutalidad de ese tiempo se puede ver más claramente en los juegos de los anfiteatros romanos. Ferguson señala que: "los anfiteatros de occidente testifican del deseo de sangre bajo el imperio. Los espectáculos de combates entre gladiadores-hombre contra hombre, hombre contra animal, y animal contra animal-atraían multitudes enormes, y reemplazaron el drama griego y el atletismo en su popularidad."[7] Las ejecuciones eran consideradas menos emocionantes que los combates mortales. En consecuencia, cuando se incluían ejecuciones en el programa del día, solían llevarse a cabo típicamente durante el receso del almuerzo. Una de las formas de eliminar a los criminales era vistiéndolos con pieles de animales y arrojándolos a animales salvajes.

Esta brutalidad se extendió a los cristianos en los tiempos de persecución. El Libro de los Mártires de Foxe registra que Nerón hizo arrojar a los cristianos a los animales salvajes. También hizo que los sumergieran en cera, que fueran montados sobre árboles y quemados como antorchas gigantescas en sus jardines. [8]

A este mundo de inmoralidad y brutalidad llegó el mensaje de amor y justicia que se encuentran en Jesús. Como ocurrió con el judaísmo antes, el cristianismo juntó la religión con la moralidad. Reveló la norma de bondad de Dios y el amor sacrificial de Cristo, y brindó el poder de lograr esa norma mediante la obra de regeneración del Espíritu basada en la obra de Cristo en la cruz.

Hoy, la ética y la religión vuelven a estar separados. Y los resultados pueden verse. Pero, como en el primer siglo, los cristianos hoy tienen un mensaje de gracia para nuestra sociedad. Dios no sólo nos dice lo que es bueno, sino también nos permite ser buenos.

El conflicto de los cristianos con la cultura

En la iglesia primitiva, el carácter de los cristianos era muy importante para poder ser oídos y para ganar conversos mientras daban testimonio osadamente de su nueva fe.

¿Cómo eran los cristianos? El escritor de la epístola a Diogneto, escrita probablemente a principios del siglo segundo, decía esto de ellos: "Se casan como todos; tienen hijos, pero no destruyen a su descendencia. Tienen una mesa común, pero no una cama común. Están en la carne, pero no viven según la carne. Pasan sus días sobre la tierra, pero son ciudadanos del cielo. Obedecen la ley requerida, y al mismo tiempo sobrepasan las leyes en sus vidas. Aman a todos los hombres, y son perseguidos por todos." [9]

Si sus vidas eran de una naturaleza tan ejemplar, ¿qué era que hacía que los cristianos se metieran en tantos problemas? Dos de los factores más importantes eran su falta de disposición para participar en los rituales religiosos y su rechazo a inclinarse ante las imágenes de los emperadores.

Antes mencioné la importancia de los cultos cívicos religiosos en el mundo helenista. La gente creía que los dioses exigían sus sacrificios y otras ceremonias porque en caso contrario estarían enojados y descargarían su ira sobre el pueblo como un todo. El rechazo de los cristianos a participar significaba arriesgarse a hacer enojar a los dioses.

El otro factor era la cuestión del culto al emperador. Cuando Roma conquistó el mundo occidental, los gobernante vieron cuán importante era la religión para la gente. En vez de combatir esto, se aprovecharon de esto poniendo imágenes de emperadores romanos en los lugares de culto, junto con las demás deidades. Esto no era un gran problema para los griegos. Aparte del hecho que los romanos eran sus gobernantes, los griegos no eran exclusivistas en su culto. Adorar a una deidad no impedía adorar a otras también.

Sin embargo, para los cristianos Jesús era el Señor; no podía haber ningún otro dios fuera de Él, y no podían inclinarse ante nadie que se atribuyera autoridad divina, incluyendo al emperador. Sin embargo, dado que en las mentes de los romanos el emperador representaba al estado, rehusarse a inclinarse ante su imagen era ser un enemigo del estado.

Por lo tanto, debido a su rechazo a participar de estas actividades, los cristianos eran llamados ateos y enemigos del estado. Su comportamiento era desconcertante para sus vecinos. ¿Por qué no simulaban simplemente? Como ya noté, la religión no era excluyente. La gente no creía necesariamente en los dioses a quienes hacían sacrificios, de todos modos. Y, dado que no había ninguna conexión entre la religión y la ética, las actividades religiosas de uno no afectaban normalmente su vida moral. Así que, ¿por qué no seguían el juego los cristianos? La razón por la que no podían inclinarse ante los emperadores y los dioses era que la idolatría era el pecado fundamental en la iglesia primitiva.

Los cristianos en la iglesia primitiva tenían que decidir dónde podían conformarse a la sociedad y dónde no. Había una diferencia de opinión entre lo que era apropiado y lo que no era apropiado. Pero era claro que todo el que se identificar como cristiano tenía que trazar la raya en este punto: Jesús es Señor, y no hay otro.

Notas

1. Everett Ferguson, Backgrounds of Early Christianity, 2nd ed. (Grand Rapids, Mich.: Eerdmans, 1993), 188.

2. Ibid., 68.

3. Ibid., 70-71.

4. Ibid., 303.

5. Ibid., 64.

6. Ibid.

7. Ibid., 94.

8. Foxe's Book of Martyrs, (Old Tappen, New Jersey: Spire Books, 1968), 13.

9. Michael Green, Evangelism in the Early Church (Grand Rapids, Mich.: Eerdmans, 1970), 136.

domingo, 27 de junho de 2010

Los libros llamados Apócrifos Parte III

El Eclesiástico: Dice Du-Clot, en "Vindicias", página 508: "Algunos antiguos han dudado de su autenticidad, por no hallarse en el canon de los judíos". El libro tiene un prólogo que se atribuye a un tal Jesús, nieto del autor de dicha obra. Del prólogo son las siguientes palabras: "Mi abuelo Jesús, después de haberse aplicado con el mayor empeño a la lectura de la ley y los profetas, y de otros libros… quiso él también escribir algo sobre estas cosas".

De este párrafo aprendemos que el tal Jesús escribió porque él quiso. Que los Judíos tenían los libros inspirados, denominados "la Ley y los Profetas" (Mateo 5:17), y además otros que no lo eran.

El mismo autor del prólogo dice, más abajo, hablando de que los libros pierden al ser traducidos y añade: "No solo este libro, sino la ley y los profetas".

El autor de este libro jamás pretendió escribir bajo la inspiración del Espíritu Santo.

El libro en general es el mejor de los Apócrifos. No obstante su lectura es un buen argumento contra la propia inspiración.

Da consejos como estos:

"Si te has visto forzado a comer mucho retírate de la concurrencia y vomita; y te hallarás aliviado". Capítulo 31 versículo 25. En el versículo 37, hablando del vino, dice: "El beberlo con templanza es salud para el alma".

En el capítulo 33, verso 16, dice así: "Yo ciertamente, me he levantado a escribir el último y soy como el que recoge rebuscas tras los vendimiadores". Este testimonio del autor demuestra que él no creía que estaba escribiendo un libro que era la Palabra de Dios.

El mismo confiesa que era el resultado de sus estudios y conocimientos. El que escribe por inspiración no habla así. Además los judíos creían que para escribir bajo inspiración de Dios había que ser profeta, y el canon auténtico del Antiguo Testamento, parece estar de acuerdo con este criterio.

La profecía de Baruc: Dice el Abate Du-Clot, en su libro "Vindicias de la Biblia", página 548; "Los judíos no admiten este libro por no hallarse en el hebreo".

El libro se atribuye a Baruc, contemporáneo de Jeremías.

En el capítulo primero, versículo uno al tres dice: "Estas son las palabras del libro que escribió Baruc, el año quinto, a siete del mes, después que los Caldeos se apoderaron de Jerusalén y la incendiaron. Y leyó Baruc (en Babilonia, junto al río Sodi), las palabras de este libro en presencia del hijo del rey Joakín y de todo el pueblo que acudió a oírlo". El lector tendrá bondad de fijarse bien en lo que acabamos de copiar.

Ahora bien; Jerusalén fue destruida en 588 a.de C., según el "diccionario Bíblico". En esta fecha, los Babilonios, dejaron en Judea a los más pobres y pusieron por gobernador a Gedalías; con este "residuo" quedaron Jeremías y Baruc. Pero algún tiempo después ciertos judíos mataron a Gedalías y se llevaron el residuo a Egipto. Véanse II Reyes, Capítulo 25, versículos 22 a 26, y Jeremías, capítulo 43, versículos 1 al 7. Baruc fue para Egipto con Jeremías y no para Babilonia.

El libro de Baruc afirma que fue escrito en Babilonia, cinco años después de destruida Jerusalén, esto colocaría al libro como escrito en 583, antes de Cristo. Pero resulta que el verso 8 del capítulo primero dice: "Después que Baruc hubo recibido los vasos del templo del Señor, que habían sido robados del templo, para volverlos otra vez a tierra de Judá".

Estos vasos que fueron llevados de Jerusalén a Babilonia, no regresaron hasta el año primero del reinado de Ciro, rey de Persia. Véase Esdras, capítulo uno. Los vasos regresaron el año 536, antes de Cristo.

¿Cómo pudo haber sido escrito el libro de Baruc, por éste, en Babilonia, siendo que Baruc, no fue llevado a dicha ciudad, sino que se marchó con Jeremías a Egipto?.

¿Cómo se puede armonizar el hecho de que fue escrito en 583, y el libro fue leído en Babilonia y sin embargo, los vasos no fueron devueltos a los judíos sino 47 años mas tarde?. Además según Esdras, los vasos no fueron entregados a Baruc, sino a Sesbassar, gobernador de Judea y a Esdras. Sacerdote. Véase Esdras 5:14 y 7:19.

En la lista que tenemos en Esdras, capítulo dos, donde se mencionan todos los hombres notables que regresaron a Jerusalén con Esdras, ni siquiera se menciona a Baruc.

En el Capítulo 3, verso 4 dice: "Dios de Israel, escucha ahora la oración de los muertos de Israel". ¿Qué quiere decir esto?.

Las partes añadidas a Daniel.

Dice la versión Torres Amat, en la introducción de Daniel: "Algunos escritores manifestaron dudar de la autenticidad de tres partes de este libro… porque no se hallan en el hebreo".

"Los rabinos no reconocen por canónicas dichas tres partes".

En el capítulo 3 verso 38 (Este capítulo tiene 66 versículos añadidos), dice: "No tenemos en este tiempo ni caudillo ni profeta".

Daniel profetizó desde 597 a 538, mientras que los profetas Haggeo, Zacarías y Malaquías, son posteriores. Malaquías es colocado por los entendidos en la materia, a partir del año 450, antes de Cristo.

¿Cómo es posible que estas partes añadidas al libro del profeta Daniel fuesen escritas por el propio Daniel y afirmara que en aquel tiempo no había profeta?.El pueblo de Israel estuvo sin profetas 400 años, desde Malaquías hasta Cristo. Seguramente esta parte añadida a Daniel, sería escrita durante estos años.

Con esto concuerda otro pasaje del libro Apócrifo, I de Macabeos, capítulo 9, verso 27, que dice: "Fue pues grande la tribulación de Israel desde el tiempo que dejó de haber profeta". Macabeos relata la historia del pueblo hebreo, de unos 140 años antes de Cristo.

Los Macabeos 2 Libros.

Dice el Abate Du-Clot, en "Vindicias". Página 574, lo que sigue: "El primero de Macabeos contiene la historia de 40 años desde el principio del reinado de Antíoco Epifanes, hasta la muerte de Simón".

El segundo libro, es un compendio de la historia de las persecuciones que sufrieron los judíos de parte de Epifanes y de su hijo, Eupator, la cual historia había sido escrita por un tal Jasón. "Ni uno ni otro se hallan en el Cánon de los judíos, y los Cristianos siguieron a los judíos en cuanto a los libros que formaban el Canon del Antiguo Testamento, por esta causa los Macabeos no fueron comprendidos entre los libros sagrados generalmente adoptados por las iglesias cristianas".

Estos Párrafos que acabamos de copiar, escritos por una alta autoridad de la iglesia romana, colocan al concilio de Trento en el plano del error, y a los evangélicos en el campo de la verdad en cuanto al Canon de la Biblia.

Como Cristianos, estamos siguiendo la norma de conducta, en relación a los Macabeos, que para sí mismas se trazaron las iglesias cristianas primitivas; según la confesión del Abate Du-Clot.

Queremos hacer otra observación en relación a los párrafos de Du-Clot y es esta: ¿Qué Judío se atrevería a compendiar cinco libros de la palabra de Dios? Si el mencionado Jasón escribió sus libros por inspiración divina, ellos eran en verdad la palabra de Dios. En tal caso el compendiador quitó algo de la palabra de Dios; porque compendiar es reducir, y a la palabra de Dios no se le puede quitar ni añadir.

Si Jasón no fue inspirado al escribir sus cinco libros y el autor de Segundo de Macabeos no hizo sino compendiarlos en un solo volumen, en tal caso el libro es de origen humano desde la raíz hasta las ramas.

Entre los varios errores que contienen los libros voy a citar uno; se halla en segundo de Macabeos, capítulo 12, versos 43 a 45, y dice: "Habiendo recogido en una colecta que mandó hacer, doce mil dracmas de plata: las envió a Jerusalén, a din de que ofreciesen un sacrificio por los pecados de los difuntos".

De aquí sacan el apoyo para el purgatorio, Y no cabe duda que este pasaje influyó en el ánimo de los señores del concilio de Trento. El purgatorio fue, quizá el error más atacado por los valientes reformadores del siglo XVI. El concilio debía reconocer que la doctrina del purgatorio era anti-bíblica, o buscar apoyo para ella.

Roma encontró el anhelado apoyo en los libros Apócrifos, y entonces para sostener un error echó mano de otro error.

El autor de segundo de Macabeos termina su libro con estas palabras: "Acabaré yo también esta mi narración. Si ella ha salido bien y cual conviene a una historia, es ciertamente lo que yo deseaba; pero si por el contrario es menos digna del asunto de lo que debiera, se me debe disimular la falta".

¿Han visto ustedes algo semejante a este lenguaje en los 66 libros inspirados?.

¿Pretendía este compendiador de Jasón, escribir bajo inspiración divina?.

De haberlo él creído así, no nos recomendaría que le disimulásemos sus faltas como historiador. Los autores inspirados no piden excusas, porque no admiten la posibilidad de errores. Ellos dicen: "Así ha dicho Jehová". O "Así dijo el Señor". Y Dios no tiene que pedir excusas a los hombres.

El primero que reconoce y afirma la no-inspiración de segundo Macabeos, es el propio autor del Libro. Este es un hecho que pesa mas en la balanza de la verdad y la justicia que los decretos de todos los concilios de la iglesia romana.

Cuando el mismo autor admite que el libro es fruto de sus propios conocimientos y que no es la palabra de Dios, ¿qué valor puede tener el decreto del concilio de Trento?. Pero el concilio ha dicho: el libro es inspirado y "maldito el que diga lo contrario".

Si esta maldición tuviera alguna virtud, ella habría alcanzado, al autor del libro; a muchos de los escritores de la Iglesia primitiva, a la mayoría de los cristianos y a algunos papas; porque precisamente ellos han dicho lo contrario.

V. Conclusión.

En el libro (publicado con licencias eclesiásticas), titulado "¿Qué es la Biblia?" y escrito por M. Charles, en la página 29 dice así:

"Para el pueblo judío fue escrito primeramente el Antiguo Testamento. Ese pueblo lo recibió en depósito. Las Escrituras nos han sido transmitidas por ellos con ese espíritu escrupuloso que ha asegurado la conservación".

Note bien el lector la fuerza del párrafo anterior. Dice que los judíos recibieron en depósito el Antiguo Testamento y lo transmitieron a los cristianos, y nosotros podemos estar seguros de que tales escrituras son inspiradas, porque los judíos, dice, que eran muy escrupulosos en ese sentido.

Y ahora preguntemos:

¿Cuántos libros inspirados admitieron los depositarios en todos los tiempos?.

Los mismos católicos romanos lo dicen: "Los judíos nunca han admitido sino 39 libros, del Antiguo Testamento, como inspirados; rechazando todos los demás, y considerándolos como no inspirados.

El famoso conferencista jesuita, José Antonio de Laburo, en su libro titulado "¿Jesucristo es Dios?" Dice hablando del Antiguo Testamento en las páginas 31 a 33 que "estaba custodiado por los enemigos del Cristianismo". Y añade citando a San Agustín: "No nosotros, sino los judíos, son los que conservaron esos libros".

Preguntemos:

¿Cuántos libros conservaron los judíos?.

Los propios católicos responden, que los judíos no reconocieron sino 39 libros que constan en nuestras Biblias en el Antiguo Testamento.

Recordemos que M. Charles, dice en la página 26 de su citado librito: "En la época de Jesucristo, Jerusalén tenía su Biblia hebrea, texto origina 39 libros." Y si le preguntamos hoy a un judío cuantos libros tiene su Biblia nos dirá que 39, ni uno más ni uno menos.

Otro jesuita, Daniel Juárez (del colegio de Belén de la Habana), en su obra titulada "la religión", página 25, dice así: "Los libros del Antiguo Testamento, fueron recibidos por el pueblo judío, de manos de los mismos autores y ese pueblo los conservó siempre, y así los transmitió íntegros a los cristianos. Eran conocidísimos del pueblo que los leía siempre y los tenía como dados por Dios. La inspiración de estos libros consta de la constante creencia del pueblo judío."

Los judíos recibieron efectivamente, de manos de los mismos autores, los libros del Antiguo Testamento. Ellos los conservaron. De las manos de ellos llegaron a nosotros los cristianos. Eran conocidísimos del pueblo, los tenían como dados por Dios. La inspiración de tales libros consta del testimonio y fe de aquellos a quienes fueron entregados para su conservación y transmisión.

Ahora bien.

¿Cuántos recibieron, conocieron, transmitieron y creyeron como inspirados?.

Pues, 39 libros. Ni uno mas ni uno menos.

Esto constituye un argumento irrefutable. Esto demuestra que todos los libros que el concilio de Trento, en 1545, añadió a los 39, no son inspirados; porque los mismos católicos romanos confiesan que los judíos los rechazaron como no inspirados.

Cuando los católicos romanos quieren probar la autenticidad del Antiguo testamento, apelan al testimonio del pueblo judío, pero parece que no se dan cuenta que su razonamiento se vuelve en contra de sus libros apócrifos y los echa por el suelo.

Nosotros, los cristianos sabemos, porque la Biblia lo dice, que los libros del Antiguo Testamento fueron dados al pueblo judío. Véase Romanos 3:2 y 9:4, y ahora el testimonio unánime de judíos y cristianos.

Ya hemos dicho distintas veces que los judíos sólo recibieron, como escrituras inspiradas, 39 libros; los mismos que constan en nuestras versiones, en el Antiguo Testamento.

La conclusión entonces es que el concilio de Trento, adulteró el canon de los libros inspirados de la Santa Biblia, añadiendo siete libros completos y algunas partes más a algunos de los libros inspirados, y esto contra el propio testimonio de los libros y de la historia relacionada con ellos.

Si las cosas fueran al revés de lo que son, es decir, si nuestras versiones tuviesen una sola línea más que las versiones católicas romanas; ¡cualquiera hubiera oído los gritos que estremecerían la tierra, dadas por el clero romano, acusándonos sin piedad de falsificar y adulterar la palabra de Dios!.

Siendo como es, aun suelen hablar de Biblias "truncadas". Pero ellos no pueden hablar, porque lo mismo que tienen nuestras Biblias, lo tienen las de ellos, con la ventaja de que nuestras versiones están mejor traducidas que las de los romanistas.

Así que si las Biblias de los católicos romanos son buenas, las nuestras son mejores, porque tienen lo que es y de lo que nadie duda ni ha dudado jamás, pero rechazamos la falsedad y no admitimos los apócrifos como parte del Canon sagrado.

¿Pero qué valor puede tener para un católico, ni para nadie la decisión de un concilio?.

Absolutamente ninguno.

La historia de los concilios es la historia de sus errores y contradicciones.

Vamos a demostrarlo:

En 1409, había en Europa dos papas, que eran, Benedicto XIII que fue sumo pontífice de 1394 a 1417, elegido por los Españoles, Franceses y Escoceses. Este papa era natural de Aragón España, y en 1408 la sede papal estaba en España.

Al mismo tiempo era papa Gregorio XII (1406 a 1415), éste reconocido por los Italianos y parte de los Alemanes.

Para resolver esta anormalidad, se reunió el concilio de Pisa, en 1409, y el día 5 de Junio, en su décima quinta sesión acordó destituir a los dos papas Benedicto y Gregorio y nombró en su lugar a Alejandro V.

Los historiadores católico romanos, reconocen a este último como el anti-papa, con lo que demuestran no aceptar las decisiones del concilio de Pisa.

Después de dicho concilio, tuvo la iglesia romana tres papas, al mismo tiempo.

Para arreglar tan enredado asunto, se reunió el concilio de Constanza, famoso por haber mandado a la hoguera a los señores Juan Wicklife y Juan Hus.

Este concilio compuesto por delegados de todos los países católicos, los que ya estaban cansados de tantos escándalos; empezó por dejar sentado que cuando los delegados de los dominios católicos romanos, se reúnen en concilio, en tal caso el concilio son superiores al papa.

Una vez aprobado y sentado este principio, como ley para la iglesia romana, se acordó seguidamente destituir a los tres papas, que eran Benedicto XIII de España, Gregorio XII, en Aviñon, Francia, y Juan XXIII, sucesor de Alejandro V, en Roma.

El concilio nombró entonces a Martín V, para suceder a los tres que había, que al no aceptar las disposiciones del concilio de Constanza, hubo cuatro papas a un mismo tiempo y cada uno fulminando maldiciones contra sus rivales.

Los historiadores romanistas reconocen como papa legal a Martín V.

El sucesor de Martín V, Eugenio IV convocó al concilio de Basilea en 1431, concilio este que en sus primeras sesiones, ratificó todas las disposiciones de Constanza, celebrado en 1414, inclusive aquella que decía que el concilio estaba por encima del papa.

Pero cuando el papa Eugenio IV, vio que los delegados del concilio se disponían a introducir grandes reformas en la iglesia católica, alarmado por tal motivo y sin tener en cuenta lo acordado pro los concilios de Pisa, Constanza y Basilea en principio, por sí y ante sí, decretó la disolución del concilio.

Como la mayoría de los delegados creían que el papa no tenía autoridad sobre el concilio, continuaron las sesiones y en 1439, dicho concilio destituyó al papa Eugenio IV y nombró como sustituto suyo al Duque Amadeo de Saboya, que tomó el nombre de Félix V, considerados hoy por los católicos como anti papa.

Ahora, bien. La iglesia romana reconoce actualmente como heréticas las disposiciones de los concilios de Pisa, Constanza y Basilea.

Dice el historiador católico romano, F. Díaz Carmona, en la página 175 de su "Historia de la Iglesia Católica", lo que sigue: "desgraciadamente los padres del concilio de Constanza se dejaron arrastrar a la doctrina herética de que un concilio es superior al papa".

Sin embargo, Roma, acepta como legal al papa Martín V, nombrado por estos herejes del concilio de Constanza.

Pero, lo más curioso fue que el más grande teólogo del concilio de Basilea, fue Eneas Silvio Piccolomini; éste sostuvo a sangre y fuego que el concilio estaba por encima del papa; propuso y consiguió que de acuerdo con tal principio, el papa Eugenio V fuese destituido.

Pasaron los años y en 1458, las circunstancias llevaron a aquel ardiente defensor de la supremacía del concilio a la Silla Pontifica, con el nombre de Pío II. Y entonces (dice el historiados católico antes citado), "condenó en una bula como errores los principios que él mismo había defendido", durante más de 30 años, y para salir al paso dijo:

"No creáis lo que decía Eneas Silvio Piccalomini, ahora creed lo que dice Pío II".

¡Qué descaro! ¡Qué farsa!.

Si las decisiones de papas y concilios tuviesen algún valor delante de Dios, en tal caso los católicos, todos estarían en el infierno, porque todo ha sido una serie de "uno que aprueba y otro que condena lo aprobado". De uno que lanza anatemas, y otro que se los devuelve.

¡Y pensar que sobre la fragilidad de uno de estos concilios, descansa para el católico romano, la autenticidad de los libros llamados Apócrifos.