terça-feira, 15 de junho de 2010

Ambiciones Personales en el Ministerio.

“Y ciertamente, aun estimo todas las cosas como pérdida por la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor, por amor del cual lo he perdido todo, y lo tengo por basura, para ganar a Cristo”. – Filipenses 3:8.

Debemos tener sanas aspiraciones pero no ambiciones personalistas. A continuación comparto manifestaciones de ambiciones personales en el ministerio:

1. La Filoprimatosis. Mr. 10:35-44. – 3 Jn. 1:9-10. Desesperación por figurar, adicto a la peliculina, y esclavo del protagonismo.

2. La Exitomanía. No se preocupe por ser un pastor de éxito, preocúpese por ser un siervo de valor. El éxito es consecuencia de hacer las cosas con honestidad.

3. La Numerofobia. Pareciera que la sociedad mercantilista en la que vivimos tiene influencia en nuestra manera de pensar. Todo lo medimos de manera cuantitativa, nos inquieta ser “un montón”, olvidando que las medidas que nosotros usamos, no son las medidas que Dios usa. Dios no se deja impresionar por las cantidades, debemos buscar un equilibrio entre crecimiento numérico y desarrollo en la calidad de la membresía.

4.El Antropocentrismo. Cuando queremos ser el centro de la atención, y que todo gire a nuestro alrededor, estamos desplazando a Dios y cometemos el error de ocupar el espacio que solo a El le corresponde.

5. Espíritu de Competencia. Debemos ser ministros competentes pero no competitivos. 2 Co. 3:6. Ser competente significa estar capacitado, nada justifica estar compitiendo en el ministerio para demostrar que somos mejores que los demás.

6. La Megalomanía. Es cierto que Dios es grande y nuestros planes deben ser grandes, pero nada justifica el delirio de grandeza que solo expresa desesperación por provocar admiración.

7. El Egocentrismo. En sus manifestaciones de egotico y ególatra. Esta actitud carnal se hace visible cuando nos agrada hablar en primera persona. Como si fuera poco, descalificamos a los demás y nos idolatramos rindiendo culto a nuestro ego. El equilibrio en nuestra vida cristiana es fundamental, no debemos ser conformistas, ni victimas de la desesperación por las ambiciones personales. El apóstol Pablo es un ejemplo digno de imitar: “Sé vivir humildemente, y sé tener abundancia; en todo y por todo estoy enseñado, así para estar saciado como para tener hambre, así para tener abundancia como para padecer necesidad”. – Filipenses 4:12. Caminemos tomados de la mano del Señor.

Su siervo en Cristo, Ps David Cauracuri Palomino, Director de la Asoc. Cristiana Bíblica del Perú.